Yo solía pensar que “La Pasión de Cristo” era la mejor película católica de Mel Gibson. Pero me equivocaba.
“La Pasión” es tremendamente realista y desgarradora, pero la actuación de Gibson en la nueva película “Father Stu”, desempeñando el papel de un esposo y padre amargado, enojado y no católico, es más personal.
“Father Stu” es una “vía dolorosa” moderna que le habla directamente a cualquiera que sea portador de la marca del pecado original en su persona.
También solía pensar que la actuación de Karl Malden en la película clásica “On the Waterfront” era la representación más inspiradora del sacerdocio en el cine. Y me equivocaba igualmente.
El sacerdote del muelle de Malden es fuerte, dedicado y humano. Pero Mark Wahlberg, haciendo el papel de un hombre sin rumbo, sin Dios, propenso a la violencia y a toda una serie de graves defectos adicionales, es un personaje propio de nuestro tiempo. El hecho de que este personaje, Stu, esté basado en un hombre real, con defectos reales, que experimentó un llamado al sacerdocio, hace que la película tenga especial fuerza.
Yo no estaba seguro sobre si me esperaría una experiencia fuerte cuando asistí a una proyección de “Father Stu”. A decir verdad, entré a ver la película con una gran dosis de inquietud: no soy fanático de las películas abiertamente religiosas. Por regla general, las evito. Me parecen torpes, sermoneadoras y mal ejecutadas.
Cuando me acomodé en mi asiento entre todas esas monjas con sus hábitos y esos sacerdotes con sus alzacuellos, tuve la inquietante sensación de que estaba yo ante un truco publicitario. Ésa es una estrategia que ha ayudado a que muchas películas mediocres ganen dinero: enfocarse en los gustos de una audiencia grande pero específica y confiar en las redes sociales de ellos para promocionar la película.
Y me equivoqué de nuevo.
Apenas dos minutos después de que empezó la película, escuché estallar la primera palabra vulgar Tuvo un efecto explosivo, apartándome de mis juicios y haciéndome ver la película con más atención. Cuanto más miraba, más me gustaba. “Father Stu” no es como otras películas de tema religioso, ya sea protestantes o católicas. Y ciertamente no es como el musical de Bing Crosby de la década de 1940 “Going My Way”.
Muchas películas donde aparecen personajes clericales utilizan lenguaje de barrio. Esas películas casi siempre existen para satirizar explícitamente la fe o para demostrar qué tan “errónea” es. Hay también una larga lista de películas con contenido católico cuyos creadores obviamente sólo tienen un conocimiento a nivel de cuarto de primaria con respecto a lo que la Iglesia afirma como verdad. Se podría llenar un grueso tomo —del tamaño de “La Guerra y la Paz”— con referencias cinematográficas a la Inmaculada Concepción, en las que se sugiere que esto tiene que ver, de algún modo, con un nacimiento virginal.
Lo que “Father Stu” ofrece es, en cambio, una película católica, sólida y honesta. La fe es presentada ahí como esa misteriosa ciudad resplandeciente, construida en lo alto de un monte, y la Iglesia, como la guardiana de esa ciudad, aun si sus propios integrantes pueden tener serias fallas.
La película no teme celebrar la masculinidad del sacerdocio. Stu es un tipo rudo. Él era ex boxeador y, como lo vemos más de una vez, no tiene reparos en recurrir a sus puños. El término “masculinidad tóxica”, del que tanto se ha abusado, ciertamente se aplica aquí. Pero cuando Stu canaliza esa masculinidad, alejándola del pecado destructivo, hacia una búsqueda fuerte y aún masculina de Jesús, su vida (y nuestra experiencia al ver la película) se eleva a un plano superior.
La femineidad es también una de las principales fortalezas de esta película. La naturaleza complementaria de hombres y mujeres —algo sobre lo cual la Iglesia se niega a ceder ante las presiones de la cultura popular— es el camino por el que Stu empieza su recorrido. La actriz mexicana Teresa Ruiz interpreta al “interés amoroso” de la película, pero cuando el Stu, de Wahlberg, la ve por primera vez, no tiene en mente el amor. El personaje de Ruiz lo frustra: ella es una chica “buena” y profundamente comprometida con su fe. Pero si ella no hubiera sido esa persona de gran belleza exterior e interior, Stu nunca habría sido introducido a la verdad y a la belleza de la fe en Jesús y en la Iglesia.
Es un gusto ver a Wahlberg. Él es infantil en su enfoque de la vida, el eterno optimista. Y esto continúa cuando él comienza a creer en las promesas de Cristo. Al haber carecido de un componente espiritual en su infancia y en su juventud, él es un verdadero inocente. Cuanto más aprende de su novia sobre la fe, más profunda se vuelve su comprensión de ésta última.
Cuando Stu tiene un accidente de motocicleta casi fatal, otra mujer entra en su vida. Tiene una visión de la Santísima Madre, orando y llorando ante su cuerpo destrozado sobre el pavimento. Cuando Stu se recupera, sabe que su camino, su vocación, es el de servir a Dios como sacerdote.
Todos sufren en esta película, especialmente el padre Stu. Podría considerarse esto como algo deprimente, pero, como en todo lo relacionado con la Fe, sucede, paradójicamente, lo contrario. Cuando todos los personajes colocan su sufrimiento al pie de la cruz, ocurren cosas milagrosas.
El “Padre Stu” adopta una postura audaz, convencida y positiva sobre el sacerdocio. El sacerdocio no es para los aprensivos. No es para hombres que están huyendo de algo, sino para hombres que corren hacia algo. En “Father Stu”, vemos el sacerdocio como la vocación fuerte y heroica que es. No se endulza ahí la vida del sacerdote ni tampoco se teme resaltar la diversidad de matices, complicaciones y, en ocasiones, contradicciones, que puede haber a veces en la personalidad de los hombres que disciernen una vocación. Y la película lo muestra alegremente.
Preveo que “Father Stu” será algo esencial para las familias católicas que desean que se les recuerde lo que se puede lograr (es decir, cualquier cosa) en el nombre del Señor y para su gloria. Puedo imaginarme a un joven que pudiera estar discerniendo un llamado al sacerdocio, que, al ver “Father Stu”, pensara: “así quiero ser. Éste es el fuego que quiero avivar. Éste es el amor que Jesús me está pidiendo que dé”.
Los Oscar no tienen una categoría para determinar cuántas vocaciones ha inspirado una película, pero si la tuvieran, “Father Stu” podría conservar el récord de esto durante mucho tiempo.
“Father Stu” estará disponible en los cines a partir del 15 de abril.