¿Qué puede decir la Iglesia Católica respecto a esto? ¿O respecto a aquello?
Durante los últimos 2000 años, las respuestas con frecuencia han venido de figuras como los papas y los cardenales, pero también de hombres y mujeres más comunes que ahora son reconocidos como santos.
En últimos tiempos, los temas a los que se refieren esas preguntas suelen ser más complicados y las respuestas a ellos, más controvertidas. En una época marcada por el reavivamiento de las tensiones raciales, por la inteligencia artificial, por movimientos de inmigración masiva, por opiniones cambiantes sobre la identidad, el género y el sexo, por la proliferación de guerras fragmentadas y por el espectro de un “Gran Restablecimiento” global pospandémico, ¿qué se supone que deban pensar sobre ello los católicos comunes y corrientes? Para el Mons. Robert Barron, las respuestas están ahí, pero ayuda saber dónde hay que buscarlas.
El 21 de abril, Barron participó en una amplia sesión de Reddit: “Ask Me Anything” (Pregúntame cualquier cosa) que generó escepticismo y elogios en las redes sociales por su manera de pensar acerca de las tendencias modernas como la teoría crítica de la raza (Critical race theory) y el “wokeism” (promoción del “despertar”). La controversia coincide con el lanzamiento del último volumen de la serie Word on Fire Classics: “Catholic Social Teaching Collection” (“Colección de enseñanzas sociales católicas” (Word on Fire, $29.95), que invita a los lectores a que consideren la sabiduría de los papas y santos del pasado y del presente.
Angelus habló con el Mons. Barron —que como obispo auxiliar está a cargo de la región pastoral Santa Bárbara, de la Arquidiócesis de Los Ángeles— acerca de lo que los extractos de la colección tienen que decir sobre los problemas que afectan a nuestra sociedad.
Señor Obispo, ¿qué es lo que le dio la idea de compilar este libro y por qué publicarlo ahora?
Hace mucho que me apasiona la Doctrina Social Católica (CST). Durante muchos años, impartí un curso en el Seminario Mundelein sobre este tema y presté especial atención a la doctrina social delineada por los papas de los últimos 120 años. Creo que la doctrina social de la Iglesia, al igual que los documentos del Vaticano II, sigue siendo en gran parte desconocida para una gran cantidad de católicos. Yo quise que este texto sirviera como una introducción útil para esta tradición.
En la introducción del libro, Ud. escribe que “la idea de que la Iglesia no debería tener una enseñanza social es simplemente repugnante para la visión católica de Dios”. ¿Dónde ve expresado ese punto de vista en estos momentos?
En primer lugar, me gustaría explicar lo que quiero decir con esto. Para la teología católica clásica, Dios no es un ser entre muchos, sino más bien el acto puro del “existir por sí mismo”, “ipsum ese”, de acuerdo al lenguaje de Santo Tomás de Aquino. Esto significa que Dios está íntimamente presente en toda la creación y en cada aspecto de la vida, lo cual incluye notablemente el orden social y político.
Por lo tanto, nunca debemos pensar en la economía y la política como cosas seculares, si con ese término queremos implicar que están divorciadas de Dios y de los propósitos de Dios. Creo que en algunos sectores del mundo católico existe una tendencia a separar de una manera demasiado radical lo secular y lo espiritual.
Una inclusión que me sorprendió fue la de “Sublimis Deus”, la encíclica del Papa Pablo III que condena la esclavitud de los nativos estadounidenses, siglos antes de que las principales potencias mundiales —y más tarde, Estados Unidos— pusieran fin a la esclavitud. No parece haber sido el tema más popular que el Papa hubiera podido abordar en ese momento. ¿Ve Ud. algún paralelismo con las enseñanzas de la Iglesia sobre alguno de los temas sociales “candentes” de la actualidad?
Me encanta ese texto y siento una enorme admiración por Bartolomé de las Casas, fraile dominico y defensor de los pueblos nativos, que desempeñó un papel fundamental en su desarrollo.
Tienes razón. Mucho antes de que las potencias europeas tomaran medidas para acabar con la esclavitud, la Iglesia condenó esa práctica y, al hacerlo, contribuyó en gran manera a lo que finalmente surgiría como un movimiento a favor de los derechos humanos universales. Hubo, de hecho, muchas violaciones de esta enseñanza dentro de la Iglesia en los siglos posteriores a esta declaración, pero ciertamente representó un punto de transición crucial.
Cuando la Iglesia habla hoy a favor de los migrantes, de los pobres, de los que son discriminados por su raza, etc., lo hace siguiendo la tradición de Las Casas y sus colegas.
Últimamente Ud. ha hablado y escrito un poco sobre los problemas del “wokeism”, para disgusto de algunos católicos que simpatizan con los objetivos de este movimiento a favor de la justicia social actual. ¿Considera Ud. el texto sobre CST compilado en su libro como un antídoto al legado de Marx, Nietzsche y Foucault en la cultura occidental actual?
¡Sí! Los defensores de la llamada ideología del “despertar” actualmente no han sentido temor de explicar los fundamentos filosóficos de su perspectiva. Ellos, de hecho, se inspiran en Marx, Nietzsche, Sartre, Derrida y Foucault, entre otros.
Ellos derivan una serie de principios de estos pensadores modernos y posmodernos.
En primer lugar, defienden una teoría social profundamente antagónica, según la cual el mundo está claramente dividido en dos clases: opresores y oprimidos.
En segundo lugar, ellos relativizan el valor moral y consideran la moral clásica como un intento de la clase dominante de mantenerse en el poder.
En tercer lugar, se centran no tanto en el individuo, sino en las categorías raciales y étnicas y, por tanto, respaldan la idea de culpa colectiva y recomiendan una especie de discriminación inversa para abordar las injusticias del pasado.
En cuarto lugar, tienden a satanizar la economía del mercado y las instituciones de la democracia como parte de una superestructura que defiende a los privilegiados.
En quinto lugar, ellos impulsan en toda la sociedad la equidad de resultados, en lugar de la igualdad de oportunidades.
Y finalmente, el “wokeism” emplea estrategias de acusación divisivas y agresivas que son contrarias a la exigencia del Evangelio de amar a nuestros enemigos.
Baste decir que la Doctrina Social Católica se opone a todo esto. Ella busca, por supuesto, la justicia social, pero no en términos de “despertar”. Sus héroes no son Marx, Nietzsche y Foucault, sino Isaías, Amós, Jeremías, Jesús el Señor, Ambrosio, Aquino y Teresa de Calcuta.
Me temo que muchos católicos, legítimamente preocupados por la injusticia social y deseosos de hacer algo al respecto, recurrirán, no a nuestra tradición de enseñanza social profundamente sabia y basada en la Biblia, sino a la filosofía que prevalece hoy en día. Esa es la razón principal por la que quise sacar a la luz esta colección.
¿No se podría argumentar que los católicos incluidos en la segunda mitad del libro —figuras como Dorothy Day y santos como Teresa de Calcuta y Óscar Romero— fueron “despiertos” por derecho propio?
¡No! Es decir, si quieres definir “despierto” como simplemente estar alerta ante la injusticia social y apasionarse por remediarla, entonces sí, ellos ciertamente fueron “despiertos”.
Pero este término, como lo aclaré anteriormente, tiene un significado mucho más definido, y me parece que esas grandes figuras no simpatizarían en lo más mínimo con el “wokeism” contemporáneo. Por una razón, los tres creían profundamente en Dios y en la objetividad de los valores morales y los tres defendían una teoría social cooperativa. Y ninguno de ellos creía en programas de culpa colectiva.
En un discurso del 15 de abril, dirigido a la Conferencia Católica de Minnesota, el Arzobispo José H. Gómez dijo que “desde la perspectiva católica, la justicia social no tiene que ver con la identidad personal ni con el poder grupo ni con la obtención de una mayor cantidad de bienes materiales”. ¿Hay algún “colaborador” de este libro que Ud. considere que describe con especial claridad ese punto de vista?
Al decir eso, el Arzobispo Gómez se hace eco de las voces de León XIII, Pío XI, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, el actual Obispo de Roma, todos los cuales están representados en nuestro libro.
En el fragmento de “Evangelium Vitae” incluido en la colección, Juan Pablo II reconoce la dificultad de realizar “una eficaz defensa legal de la vida por la presencia de fuertes corrientes culturales de diversa orientación”. Actualmente parece que la Iglesia es elogiada por la cultura predominante cuando habla sobre temas como la pena de muerte y el racismo, pero lo es menos cuando habla sobre el derecho fundamental a la vida humana. ¿Cuál es la mejor manera de hacer esto en 2021?
Cuando se trata de asuntos de maldad intrínseca que comprometen seriamente el bien común, la Iglesia debe hablar con fuerza y claridad.
Como nos recordaba a menudo el Papa Juan Pablo II, la Iglesia nunca impone, sólo propone. Entonces, incluso cuando reconocemos la dificultad de persuadir a la gente de nuestro punto de vista, nos vemos obligados a recurrir a argumentos públicos convincentes sobre todos los grandes problemas de la vida: el aborto, la pena capital, la eutanasia, el racismo, etc.
Dependiendo del asunto, ciertamente que dentro de nuestro contexto estadounidense, seremos más populares entre la izquierda o la derecha. Aceptémoslo. Nuestra tarea no consiste en complacer a ningún partido político. Consiste en proclamar los valores del Evangelio en la plaza pública.
Su apostolado, Word on Fire, ha tratado de llegar a las personas ahí donde parecen pasar mucho tiempo hoy en día: en línea. Entonces, ¿cuál es la idea que está detrás de lanzar esta serie impresa de Word on Fire Classics?
Creo, desde luego, en la importancia de utilizar los nuevos medios de comunicación para la evangelización, pero en el fondo siempre he sido una persona a la que le gustan los libros. Y, desde el principio, Word on Fire ha sido una empresa editorial.
El año pasado, publicamos el primer volumen de nuestra Biblia Word on Fire, que concebimos como un proyecto de siete volúmenes y hace sólo unas semanas publicamos un libro que contiene las cuatro constituciones del Concilio Vaticano II, acompañado por comentarios de los papas posconciliares. Así que me encanta que la gente vea mis videos, ¡pero también quiero que lean!