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El actor polaco Marcin Kwasny interpreta al padre Maximiliano Kolbe, franciscano conventual polaco, en la celda de castigo por inanición del principal campo de concentración nazi en Auschwitz, donde murió el 14 de agosto de 1941. Los últimos momentos del sacerdote son el eje central de una nueva película sobre su vida, titulada Triumph of the Heart, del cineasta estadounidense Anthony D’Ambrosio. (Foto OSV News/cortesía Rafael Film)
Al dirigirse a jóvenes alemanes en 2011, el Papa Benedicto XVI dijo: "Atrévanse a ser santos resplandecientes, en cuyos ojos y corazones brilla el amor de Cristo y que así llevan luz al mundo".
A lo largo de la historia, los cristianos han mirado a los santos precisamente por eso: porque a través de sus vidas, luchas y alegrías, brilla el Evangelio, no solo como inspiración, sino como aspiración, accesible a todos por la gracia.
Por eso contamos sus historias. Pero como seres humanos, hechos a imagen de un Dios que es Creador, también creamos.
La lista de obras imaginativas basadas en vidas de santos es larga, y probablemente todos tengamos nuestras favoritas (y las que no lo son), desde la "Juana de Arco" de Mark Twain hasta la épica lucana de Taylor Caldwell Dear and Glorious Physician, o La espada y el cadalso, de Gertrude Le Fort, sobre las recientemente canonizadas mártires de Compiègne.
Entre los intentos cinematográficos más biográficos están La canción de Bernadette, Monsieur Vincent y la reciente Cabrini. Pero retratar una experiencia espiritual profunda en pantalla, más allá de los eventos externos —fundaciones, conflictos, martirios— no es fácil, y a menudo se presta a obras más meditativas que reflejan tanto las inquietudes espirituales como creativas del cineasta.
En esa categoría se encuentra, por ejemplo, la ópera de Poulenc sobre las mártires de Compiègne, Diálogo de Carmelitas. En cine, están la francesa (y algo controvertida) Thérèse (1986), Hermano Sol, Hermana Luna de Franco Zeffirelli —despreciada por algunos, placer culposo para otros (no es que conozca a nadie en esa categoría, claro)— y, recientemente, la meditación de Terrence Malick sobre la vida del beato Franz Jägerstätter, A Hidden Life.
Es en esta categoría donde ubicaría la nueva película de Anthony D’Ambrosio sobre San Maximiliano Kolbe, Triumph of the Heart.
Porque Triumph of the Heart es mucho menos una biografía del santo que una meditación artística sobre su santidad y testimonio, explorada en detalle —crudo incluso— a través del lente de las dos últimas semanas del sacerdote polaco en el búnker de inanición en Auschwitz.
La historia no ha dejado muchos registros sobre lo ocurrido en esos días. Los testigos sobrevivientes del campo han dado testimonio de la insistente oferta del franciscano polaco de reemplazar a Franciszek Gajowniczek, el esposo y padre seleccionado para morir de hambre como castigo por un prisionero fugado. Cuentan que oían cantar y rezar al grupo de Kolbe. Más notable aún es el testimonio de Bruno Borgowiec, un prisionero que fungía como intérprete entre los prisioneros polacos y los alemanes, y que limpiaba a diario el búnker de inanición. Antes de morir en 1945, dejó constancia de lo que vio en la celda, incluido el momento de la muerte de Kolbe y los demás prisioneros que quedaban.
En cuanto a "hechos", eso es todo lo que tenemos. ¿Cómo construir una película de casi dos horas a partir de tan pocos datos? El guionista y director D’Ambrosio toma lo que sí sabemos sobre los meses de Kolbe en Auschwitz —que no es poco— como materia prima para una meditación imaginativa sobre esos días finales.
Marcin Kwasny interpreta al padre Maximiliano Kolbe en una escena de la película Triumph of the Heart. (OSV News/cortesía Rafael Film)
Sus compañeros de prisión relatan que Kolbe tenía un carácter firme, equilibrado, centrado, y una intensa vida de oración, a la que invitaba a otros mediante palabras y cantos. Confesaba, enseñaba, animaba y, en todo momento, estaba listo para compartir el amor sacrificado de Cristo.
Triumph of the Heart es, entonces, un resumen artístico y creativo de la vida e impacto de Kolbe en Auschwitz, dramatizado con personajes, conversaciones y acciones ficticias. Está bellamente filmada y montada, y cuenta con actuaciones poderosas, una señal alentadora de lo que los creadores pueden lograr con una visión sólida y recursos limitados, fuera del ecosistema cinematográfico establecido.
La gran lucha teológica y espiritual aquí es doble: la cuestión fundamental de la teodicea —la bondad e incluso la existencia de Dios— así como el desafío de la existencia misma, particularmente en situaciones de gran sufrimiento.
Como ha dicho D’Ambrosio en entrevistas, estos no son temas abstractos para él, sino personales. Durante un tiempo de dudas, deconstrucción, sufrimiento y oscuridad, fue el testimonio de Kolbe el que —en palabras de Benedicto XVI— brilló en medio de esa oscuridad.
Las preguntas existenciales que enfrentaron Kolbe y sus compañeros de celda también nos interpelan a nosotros, tanto en lo personal como en lo social. En un mundo de crueldad y deshumanización, que se burla del bien e incluso busca erradicarlo, donde el valor de la vida lo dictan los poderosos, el testimonio de Kolbe nos recuerda nuestro privilegio y deber, tal como le explica a un compañero sacerdote —pero también para nosotros—: "Tenemos que hacer un gran trabajo para Dios aquí".
Como reconstrucción e interpretación imaginativa, Triumph of the Heart es una forma conmovedora de acercarse a la memoria de Kolbe, aunque teólogos e historiadores podrían discrepar con algunos elementos. Por ejemplo, la última escena —que no revelaré—, una especie de epílogo, le pareció a este crítico bien intencionada, pero casi una trivialización del sufrimiento y la forma de esperanza que la precedieron.
Pero en conjunto, Triumph of the Heart ofrece al espectador —ya sea que escuche por primera vez la historia de Kolbe o sea viejo amigo del santo— un recordatorio poderoso del amor de Dios en toda circunstancia. Es una dramatización efectiva de las palabras que el santo escribió a su madre desde Auschwitz: “…porque el buen Dios está en todas partes y con gran amor piensa en todos y en todo”.