Al ser retirados los lienzos que recubrían los cinco paneles de un impresionante y nuevo tapiz en honor de la Santísima Virgen María —situado en el ábside de la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles—, antes de la misa matutina del día de Año Nuevo, pareció apropiado que esto fuera acompañado del sonido que hace el Velcro al desprenderse.

Un sonido necesariamente áspero para marcar la clara transición de un año difícil, un año que, como reconoció el arzobispo José H. Gómez esa mañana, muchos pueden haber experimentado como una desagradable pesadilla.

Pero lo más importante es que el nuevo tapiz, que representa una imagen de 14 pies de alto de la Patrona de la catedral, con las manos extendidas y los ojos dirigidos hacia el altar y hacia la congregación, fue dado a conocer en el día en que la Iglesia Católica celebra la solemnidad de María, Madre de Dios.

Y para cuando terminó la misa, parecía como si siempre hubiera estado allí.

Para los que han considerado a la catedral como su hogar espiritual desde que ésta fue construida hace dos décadas, el tapiz de 29 por 50 pies parecía indicar un final, en lugar de un nuevo principio.

John Nava posa con el tapiz de María en septiembre de 2020. (Víctor Alemán)

“Ésa ha sido siempre la idea [del nuevo tapiz]”, dijo el hermano Hilarion O'Connor, jefe de operaciones de la catedral, quien ayudó a dirigir el proyecto. “La idea era completar la catedral, terminar los tapices”.

Se podría haber tenido la sensación de que una parte de la terminación del proyecto se hubiera atrasado mucho. Si usted ha atravesado la larga nave de la catedral, muy probablemente habrá contemplado las más de 130 imágenes de santos representados en los tapices que cuelgan en paredes opuestas.

Ésta es quizás la más conocida de las características artísticas de la catedral, cuyos tapices fueron realizados por el pintor y diseñador de tapices californiano John Nava, que usó modelos de la vida real para su representación de la “comunión de los santos”.

Pero lo que los visitantes no pudieron ver hasta el 1 de enero de 2021 fue la representación de la santa más importante de todas: María, cuya multitud de títulos dentro de la tradición católica incluye el de “Madre de Dios” y especialmente para los angelinos, el de “Nuestra Señora de la Ángeles”.

“Siempre fue un poco extraño el hecho de que yo hubiera [creado] 136 figuras para el interior de la iglesia, pero que la única persona que no estuviera representada fuera Nuestra Señora”, dijo Nava, quien no fue el único en notar esa extraña contradicción de tener una catedral dedicada a Nuestra Señora sin una imagen destacada de ella.

Un primer plano de María en el nuevo tapiz de la catedral. (Víctor Alemán)

Entre ellos se encontraba el Arzobispo Gómez, quien, al llegar a Los Ángeles hace una década, le dijo al hermano Hilarión: “¿Sabes qué?, tenemos que poner a Nuestra Señora en la catedral”.

Y ahora ella ha llegado, luminosa, vestida con una túnica azul que la distingue de los santos que hay en la nave y que ahora parecen mirarla y a los cuales Nava representó en tonos apagados, sobre todo en una tonalidad sepia, que combina con el color de la piedra natural de la catedral.

Se trata de una María joven, pero en cuyo rostro se revela la inconfundible dualidad de la madre que es tanto un puerto para nuestro dolor, como una mujer que transmite la impresión de ser alguien que ha experimentado el dolor en sí misma. Ella es lo suficientemente grande como para sugerir su poder, pero aun así irradia una sensación de vulnerabilidad humana con la cual mucha gente se identifica.

“Ella es la madre arquetipo; no quería que su imagen fuera imponente, sino más bien que fuera abierta, receptiva, comprensiva”, dijo Nava, que estudió arte en Florencia cuando era joven y visitó muchas de las catedrales de Europa, gran cantidad de las cuales están dedicadas a María. Como hizo con su “comunión de los santos” que recubre el muro, Nava dijo que era importante que este tapiz final integrara la antigua tradición e historia de la Iglesia, con la gente y los tiempos contemporáneos.

“Quise conectarla con el Nuevo Mundo”, dijo. “Creo que en el nuevo mundo, la imagen más notable de María, es la Virgen de Guadalupe. Por eso en su túnica yo puse ese patrón floral que tiene la Virgen de Guadalupe, para hacer referencia a esa figura”.

El modelo para elaborar a María fue una mujer de alrededor de 20 años, que Nava ha conocido durante la mayor parte de su vida, una receptora de DACA que dijo estar emocionada al saber que se usaría su rostro, pero que permanecerá en el anonimato para que no haya confusiones.

Después de todo, al mirar el tapiz uno debería estar contemplando a María y no a la modelo.

Un ángel se cierne sobre un mapa artístico de la calle de LA en el nuevo tapiz como se ve a través de andamios en septiembre 2020. (Víctor Alemán)

“La historia del arte de la Iglesia es muy variada. En lugar de hacer una imagen estilizada, yo quise hacer un retrato realista con el que la gente pudiera identificarse”, dijo Nava, a quien le llevó dos años crear el tapiz. “Algo que podría decirse al verlo es: ‘Yo conozco a alguien que se ve así’”.

Un aspecto que también se puede identificar en los dos paneles exteriores del tapiz, a izquierda y derecha, es un mapa de las calles del centro de Los Ángeles, que está tan completo, que su esquina superior derecha contiene un símbolo del Dodger Stadium.

Aunque el hermano Hilarión había ido supervisando el proyecto de principio a fin, el día de Año Nuevo fue la primera ocasión en que vio el tapiz en su totalidad sin andamios que lo obstaculizaran. Es “magnífica la manera en la que Nuestra Señora está mirando a la congregación”, señaló, y representa un cumplimiento de lo que el arzobispo emérito, el cardenal Roger Mahony, declaró cuando se construyó la catedral: “Yo he ayudado a construir la catedral, mis sucesores la completarán”.

El hermano O'Connor se maravilló de la manera en que Nava pudo hacer frente a los desafíos presentados por el tamaño de la iglesia —que es la catedral católica más grande de Estados Unidos— sin dejar por ello de mantener un aspecto de contemplación y escala.

“John tiene un talento asombroso para lograr que las imágenes se acoplen al tamaño de la catedral”, dijo. “Eso es un gran desafío”.

John Nava posa con la parte central de su tapiz "El Bautismo del Señor" en 2002. ("Material Sagrado"/John Nava, copyright 2017. Utilizado con permiso)

De hecho, al realizar un proyecto de ese tipo, un artista tiene la tarea de crear algo que sea visualmente estimulante sin volverse una fuente de distracción. El arte de una iglesia debería impulsarnos a pensar, a orar, a reflexionar sobre nuestra vida y no sobre la manera en que ese arte llegó ahí.

Nava ha reflexionado mucho acerca de cuál es el papel del artista en esas circunstancias. Cuando la catedral se abrió por primera vez, él recuerda que su amigo, el escultor que creó la estatua de María que está a la entrada de la catedral, el difunto Robert Graham, le dijo: “Esto no se trata de nosotros”.

Se trata, más bien, de crear un significado y una conciencia más amplios para la gente, dijo él.

“Cuando presentas una exposición en una galería, la atención se centra en ti”, dijo. “Tú eres el artista y éste es tu trabajo. Pero esto no se trata de John Nava. Se trata de crear una realidad que vaya más allá de un pintor en particular”.

Y ahora que ha sido terminada la obra, Nava sonríe cuando se le pregunta si creará más tapices. Dijo que está feliz de que Nuestra Señora le haya proporcionado instantáneamente a la catedral un sentido de que era “lo adecuado”. Antes de ser develado este tapiz, no era raro que los feligreses miraran hacia la parte posterior de la iglesia, al igualmente magnífico tapiz, hecho por Nava, del bautismo de Jesús.

“La gente solía bromear, diciendo que la iglesia estaba al revés porque todos miraban en esa dirección”, dice Nava, señalando la parte trasera del edificio. “Miraban en esa dirección porque ahí había alguien a quien ver”.

Volteando hacia arriba para mirar la imagen de María, Nava agregó: “Ahora, creo que se ha logrado el equilibrio correcto”.