Aunque el Adviento no ha hecho más que empezar y la Navidad no comienza litúrgicamente hasta el 25 de diciembre, el diluvio ha comenzado. Es la hora de las películas "navideñas" en televisión. En realidad, la presa estalló hace semanas con numerosas emisoras y servicios de streaming asegurándose de que todos estuviéramos en el "espíritu" de la Navidad antes de que el pavo de Acción de Gracias saliera del horno.
No quiero sonar como Scrooge, pero puedo vivir sin la mayoría de estas películas y especiales de televisión que tienen algún poder sobrenatural para perpetuarse cada diciembre. Y nada está más arriba en mi lista de cosas a evitar en esta época del año que el canal Hallmark. Han relegado la Navidad a un telón de fondo para comedias románticas infinitamente olvidables.
Si has visto alguna película "navideña" del canal Hallmark en la que la mujer ejecutiva de Nueva York se queda varada en un pintoresco pueblo de Connecticut poblado por gente estrafalaria pero sencilla y protegido por un apuesto sheriff viudo con un precioso niño de 8 años, las has visto todas.
Antes del primer anuncio de Hallmark, sabemos que la mujer no permitirá que su fondo de cobertura neoyorquino cierre la fábrica del pueblecito y que abrazará el "espíritu" de la estación con la ayuda de un sabio médico rural o de un torpe ángel de la guarda.
Si les acabo de estropear 57 películas del canal Hallmark, mis disculpas.
No vengo aquí como Scrooge, sino más bien como Bob Cratchit, porque he descubierto, entre todas las cosas, una película animada de temática navideña cuyo tema principal NO es una poción amalgamada de patrañas navideñas seculares. Por el contrario, se trata de una dulce película, dirigida a los niños, que trata de lo que realmente es la Navidad. Es una película que utiliza la narración del Evangelio como esquema para su guión.
La última vez que busqué en Google, no había burros, pájaros, perros, ovejas, cabras, vacas ni camellos parlantes en Mateo, Marcos, Lucas o Juan, pero sí en "La estrella"; al fin y al cabo, es un dibujo animado para niños. Estrenada en 2017, la estrella de "La estrella" es Bo, un burro parlante con sueños de gloria.
Al igual que con todas las películas de animación "navideñas", de acción real o no, me acerqué a la compra de este DVD con cierta inquietud. Los programas "navideños" tienen muchos problemas. Es casi seguro que habrá una combinación de mala teología, mala realización cinematográfica, contenido abiertamente ofensivo o una desagradable mezcla de las tres cosas.
"La estrella" no es nada de eso. Puede que no sea la película más artísticamente animada o el guión más ajustado, pero su genuina y fiel adhesión a la narrativa de la Natividad merece elogios. Nosotros, junto con Bo, seguimos a María y José desde la visita que María recibe del ángel Gabriel hasta el destino final del pesebre de Belén. Y a lo largo de todo el relato hay momentos bíblicos, como las malas intenciones de Herodes, e incluso una rápida referencia a Zacarías, que enmudeció por su falta de fe.
Sí, la "estrella" de "La estrella" puede ser un burro parlante con una pandilla de otros amigos animales parlantes, pero incluso ese arco argumental tiene algo más que captar la atención de un niño de 5 años. Bo quiere liberarse de la monotonía de ser una bestia de carga y anhela hacer algo "importante". Cree que su respuesta está en la caravana real a la que ansía unirse. Puedes adivinar a qué rey acabará sirviendo.
La película no es perfecta. Tiene un pequeño interludio musical con la canción "Mary Did You Know". Es la mala teología que asoma la cabeza a menudo en la cultura pop. Es una secuencia corta, gracias al Señor, y pronto volvemos a la historia y a la caracterización de María y José que deja perfectamente claro que sabían exactamente lo que estaban haciendo.
"La estrella" me pareció una narración tan encantadora y sincera de la Natividad que podría perdonar fácilmente cualquier defecto que pudiera tener. Está a años luz de algunos espeluznantes dibujos animados de los años sesenta que aún hoy persiguen mis sueños.
Esta película no ha recibido grandes elogios, aparte de la eterna gratitud de padres y abuelos en busca desesperada de contenido cinematográfico navideño.
Ya habrá tiempo para que mi nieto asimile el concepto de la unión hipostática y el misterio de la Trinidad. Pero por ahora, si un burro que habla y un puñado de canciones sencillas son suficientes para despertar su imaginación sobre la primera Navidad, entonces "La estrella" es una bendición y una película que todo el que tenga un hijo debería incluir en su lista de películas navideñas imprescindibles.