Una escena de la película animada "El Rey de Reyes". (IMDB)
El entretenimiento cristiano para niños es un terreno complicado.
Ya es bastante difícil explicar a los adultos la naturaleza del Dios trino, mucho más a un niño que se distrae con cualquier movimiento en su campo visual. Peor aún, cuando algo logra captar su atención, suele aferrarse a ello sin soltarlo. Y para los animadores cristianos, también está el reto de producir algo que no termine desquiciando a los padres en el rewatch número 90.
“El Rey de Reyes” es el más reciente título en una larga lista que va desde intentos exitosos como El Hacedor de Milagros (1999), hasta los menos afortunados que terminan en los contenedores de ofertas de Walmart.
Estrenada en cines el 11 de abril, El Rey de Reyes narra la vida de Cristo con un recurso narrativo bastante innovador: un Charles Dickens animado actúa como narrador y personaje, relatándole la historia de Jesús a su hijo Walter. Padre e hijo caminan e interactúan con los relatos del Evangelio a través del poder de la imaginación. Es el aspecto más original de la cinta, aunque también algo incómodo. El pequeño Walter parece extrañamente ajeno a historias que hasta los niños más alejados del cristianismo conocen por osmosis; parece que las últimas siete Navidades lo dejaron totalmente confundido.
La película se basa en el libro infantil La vida de nuestro Señor, que Dickens escribió para enseñar a sus hijos sobre Jesús de una manera accesible. (Parece que el entretenimiento cristiano para niños ha sido un desafío eterno, probablemente desde el mismo pesebre). Dickens escribió el libro únicamente para sus hijos, quienes prometieron no publicarlo hasta después de su muerte. Me han dicho que eso ocurrió hace algunos años, así que no hay problema en verlo ahora.
La vida de nuestro Señor, fiel al estilo de Dickens, es una mezcla fascinante de sinceridad y cierto sarcasmo. El Rey de Reyes logra capturar lo primero, aunque no tanto lo segundo —como ocurre con muchas adaptaciones de Dickens.
La película se toma más licencias con la vida de Dickens que con los Evangelios: por ejemplo, reduce su número de hijos de nueve a tres, más manejables para animar. Él y su esposa también parecen muy cariñosos para un matrimonio que terminaría una década después con Dickens intentando internarla falsamente en un manicomio. Pero eso escapa al alcance de esta cinta… y de esta reseña.
Una escena de la película animada "El Rey de Reyes". (IMDB)
Curiosamente, la película no esquiva relatos bíblicos que suelen omitirse en el catecismo infantil. Se muestra a Herodes tramando la masacre de los inocentes (con voz de Mark Hamill al estilo del Joker), a Lázaro resucitando, y al endemoniado liberado con los demonios enviados a los cerdos que luego se lanzan por un precipicio. Ninguna escena es lo suficientemente gráfica como para causar pesadillas, pero seamos sinceros: a la mayoría de los niños les fascinan estas historias grotescas. (Los cuentos de los Hermanos Grimm siguen siendo populares por las mutilaciones, no a pesar de ellas).
Angel Studios se lució con un elenco de voces de lujo. Oscar Isaac interpreta a Jesús (ascenso desde su rol como José en La historia de la Natividad, 2006), Uma Thurman es la trágica Catherine Dickens, Forest Whitaker es Pedro, Ben Kingsley es Caifás, y Pierce Brosnan da voz a Poncio Pilato. El broche de oro es Kenneth Branagh como Charles Dickens, quien se entrega por completo y aporta una emotividad real a un papel que, en esencia, es el de narrador glorificado.
La película fue producida en su mayoría por un equipo coreano, lo que le da una identidad visual muy distinta de otras de su clase. Tiene ambiciones más cinematográficas que meramente didácticas, convirtiéndola en una de las películas cristianas infantiles más visualmente dinámicas que he visto últimamente. La “cámara” se convierte en un personaje más, desplazándose con libertad entre los protagonistas, en lugar de mantenerse a distancia. Todo ocurre dentro de la imaginación de un niño, lo que da a la película un aire de libertad y ligereza. En una escena, los apóstoles caminan sobre la mesa del comedor de los Dickens, del tamaño de muñecos.
El estudio es pequeño y eso limita el presupuesto. Aunque películas recientes como Flow demuestran lo que se puede hacer con recursos limitados, El Rey de Reyes no alcanza el nivel de producciones como El gigante de Disney. El diseño de personajes es algo cuadrado: no imperdonable, pero sí poco natural (las ideas deben tener forma recta, no las cabezas). Quizás, en lugar de fichar a James Bond para poner voz a Pilato, podrían haber invertido más en la animación.
Aun así, los fondos animados son bellísimos, tanto que uno se distrae admirando el cielo estrellado en lugar de lo que sucede en primer plano. Siempre imaginé el mar de Galilea como algo más rústico, pero aquí parece la Riviera italiana.
El Rey de Reyes no cae en lo torpe y aleccionador de otros productos cristianos, recordando que una buena película es un fin en sí misma, no solo un medio. Los niños la disfrutarán, y seguro se reirán con las travesuras de la gata Willa, la mascota de los Dickens. Copiada directamente del manual Disney (y qué bueno que así sea), ella servirá como recordatorio del verdadero significado de la temporada… y, más importante aún, como antídoto contra el dominio del Conejo de Pascua. En este pueblo hay espacio para un solo Rey.