En la catedral, donde vivo, con frecuencia me detengo a orar en la capilla al aire libre de Nuestra Señora de Guadalupe, que da a la autopista US 101.

Al estar rezándole a Nuestra Señora y mirando los automóviles que pasan abajo, me vienen a la mente San Junípero Serra y los misioneros. Hace tres siglos ellos recorrieron este mismo camino, dedicado a Nuestra Señora y llevaron la fe a la gente por toda la costa de California.
Estos días he estado orando y pensando mucho en Nuestra Señora de Guadalupe.

Ella fue enviada por Dios al pueblo de México en un momento de gran incertidumbre y agitación política. En aquel entonces, plagas y terremotos devastaban a la población, al igual que la violencia y los conflictos raciales y un sufrimiento e injusticia generalizados.

En aquel momento histórico y cultural, Nuestra Señora vino como madre, trayendo un mensaje de esperanza. “No se turbe tu corazón”, le dijo ella a San Juan Diego.

Este ha sido el papel de María en la historia, desde aquellos primeros días de la Iglesia, en los cuales la madre de Jesús era el punto central de la comunidad de los apóstoles en Jerusalén.

En un excelente nuevo libro, “History's Queen” (La Reina de la Historia) (Ave Maria Press, $17), el historiador y editor adjunto de Angelus, Mike Aquilina, escribe: “Ella está presente en todas las épocas, dejando su huella en los grandes acontecimientos de la época. Ella está ahí porque es nuestra madre, es la madre de todos los cristianos y la madre de toda la humanidad”.

Estamos viviendo en un tiempo de nuestra cultura en el que los acontecimientos actuales son transmitidos a nuestras pequeñas pantallas de forma inmediata y sin contexto. En estos momentos nos sentimos tentados a pensar que la historia es solamente un proyecto humano, y a verla solo a través del lente de los valores y prioridades actuales.

Para ser creyentes dentro de este ambiente, debemos dar un paso atrás, debemos ver las cosas a la luz de nuestra fe. Dios creó el cielo y la tierra y él es el soberano de las naciones y el Señor de la historia. No hay dos “historias” que transcurran una junto a la otra: por un lado, la historia de las naciones y por otro, la historia de la salvación.

La historia es una sola porque Dios es uno solo. Y la historia es una historia de amor; es la historia de un Dios que llama a sus hijos a través de la cruz y de la resurrección de Jesucristo. Se nos ha prometido que este mundo será redimido, que la historia nos está conduciendo a lo que San Pedro llamó los “cielos nuevos y la tierra nueva, en los que mora la justicia”.

Como creyentes, debemos ver más allá del caos de los acontecimientos actuales y tenemos que buscar la voluntad de Dios en el momento presente. María tiene la clave para lograr esto porque fue a través de ella que Jesucristo entró en la historia de la humanidad. Y él sigue todavía actuando, moldeando el rumbo y la dirección que toma el mundo.

Tenemos, pues, que seguir acercándonos a María, debemos profundizar más en su manera de ver las cosas y en su modo de vida. Éste es el secreto de los santos. Todo lo que María hace nos lleva a su Hijo, a sus mandamientos, a los misterios de su vida, a renunciar a nuestra propia voluntad para seguirlo y tomar parte en su misión.

En todos los tiempos, el cuidado maternal de María es una expresión de la providencia de Dios, de su proyecto de amor para la historia y para cada alma. Y en los problemas del momento actual, tenemos que entregarnos todavía más a su cuidado.

A principios de este año, guié a mis hermanos obispos, miembros de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos en la reconsagración de nuestro gran país al Corazón Inmaculado de María.

La próxima semana, el 7 de octubre, mis hermanos obispos y yo volveremos a unirnos para pedir la ayuda de Nuestra Señora, rezando un Rosario virtual por Estados Unidos.

Participarán obispos de todas partes del país, de norte a sur y de este a oeste y de todos los lugares intermedios. Nuestra esperanza es unir a los católicos de todo el país en un momento de oración por nuestra nación, en este tiempo en el que hay tanta inquietud e incertidumbre. Para obtener detalles sobre el evento, visite nuestro sitio web: lacatholics.org/rosary-for-america.

Mientras pidamos por la intercesión de nuestra Santísima Madre por nuestra nación, espero que aprovechemos la ocasión para profundizar en nuestros propios compromisos con María, para consagrarnos a ella y dejar que ella nos enseñe a ofrecer nuestro corazón para servir a Cristo y de su hermoso plan para la historia de la salvación. ¡Vivamos todo para Jesús a través del corazón de María!

Oren por mí esta semana y yo oraré por ustedes. ¡Y por favor díganles a todos sus conocidos que se unan a nosotros en este Rosario por Estados Unidos!

Que nuestra Santísima Madre interceda por nosotros y nos guíe para ver siempre nuestra vida y nuestro mundo a través de su mirada amorosa y a través de los misterios de su Hijo Jesucristo.