El miércoles 11 de Junio, el Arzobispo José H. Gómez celebró una misa en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles como parte del día por la "paz y la unidad," ante las protestas por la migración que se desataron estos días en la ciudad. Compartimos a continuación la homilía completa.
Mis hermanos y hermanas en Cristo,
Hoy nos unimos a las parroquias de toda la Arquidiócesis de Los Ángeles para orar por la paz en nuestras calles y en nuestra ciudad.
Nos enfrentamos a un momento difícil en nuestra ciudad y muchos de nuestros vecinos están asustados. Hay demasiada tensión, demasiada incertidumbre y violencia.
Por eso, hoy llevamos nuestras preocupaciones y angustias a Jesús, y a su Madre, Nuestra Señora de los Ángeles.
Oramos por nuestros vecinos que están sufriendo, hombres y mujeres trabajadores, personas de fe. Oramos por la policía y por todos los que arriesgan sus vidas para mantener seguras a nuestras comunidades. Y rezamos por los líderes cívicos.
En la Palabra de Dios de hoy, la Iglesia recuerda a San Bernabé, que fue un importante misionero en la Iglesia primitiva, trabajando junto a los apóstoles y San Pablo.
El nombre Bernabé significa “hijo de la exhortación” o “hijo del consuelo”. Es una hermosa manera de entender nuestra misión como católicos, como seguidores de Jesús. Especialmente en este momento desafiante.
En la primera lectura escuchamos cómo San Bernabé y San Pablo ayudaron a muchas personas a volver y seguir al Señor.
Escuchamos esa hermosa frase sobre San Bernabé: “se alegró mucho; y como era hombre bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe, exhortó a todos a que, firmes en su propósito, permanecieran fieles al Señor”.
Esto es lo que queremos ser, como católicos, especialmente en este momento. Queremos ser buenas personas; cariñosos y comprensivos; hombres y mujeres de fe y virtud.
Como San Bernabé, queremos salir a consolar a nuestros vecinos, fortalecer sus corazones y animarlos a mantener la fe. A través de nuestro amor y compasión, queremos hacerles saber: Jesús está con ellos. Siempre.
Jesús nos dice hoy en el Evangelio que Dios está a cargo de este mundo, nadie más.
Jesús dice hoy: “Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice”.
Dios tiene un plan para su creación, un sueño de amor para toda la raza humana. Y ese plan se cumplirá. Ese plan se está cumpliendo, incluso en este momento.
Jesús nos ama tanto que dio su vida por nosotros. No sólo por algunos de nosotros. Sino por todos los hombres y mujeres que han nacido o nacerán. No importa de qué país vengamos, ni el idioma que hablemos.
Y Jesús encomendó a su Iglesia la tarea de continuar su misión: anunciar el amor de Dios y reunir a todos los pueblos del mundo en una sola familia.
Eso es lo que significa “católico”. Significa universal, internacional, mundial. Significa que nadie se queda atrás ni excluido. Significa que todos somos hijos de Dios, hermanos y hermanas, hijos e hijas de nuestro Padre celestial.
¡Esta es la hermosa visión del Evangelio!
Hoy pedimos a San Bernabé y a aquellos primeros discípulos y misioneros que recen por nosotros y que nos ayuden a renovar nuestra fe en esta hermosa visión.
Esas primeras generaciones de discípulos estaban dispuestos a sacrificar todo por esa visión. Nosotros también oramos por esa fortaleza.
Así que sigamos viviendo el Evangelio y proclamándolo con confianza y alegría, y con amor y paz en nuestros corazones.
Jesús nos dice hoy: mantén la fe, sigue obedeciendo y enseñando sus mandamientos. Haga esto y “será considerado grande en el Reino de los Cielos”.
Esa es una promesa que Jesús cumplirá.
Pedimos a la Madre María, Nuestra Señora de los Ángeles, que ruegue por todos sus hijos en esta ciudad que fue nombrada para su gloria. Amén.
