Ahora que estamos iniciando nuestra séptima semana de obediencia a la orden que se ha dado en todo el estado “de permanecer en casa”, sigo viendo con humildad y asombro, la manera en la que nuestras parroquias y escuelas están respondiendo, con caridad, creatividad y celo pastoral, a esta pandemia que estamos viviendo.
Las parroquias y escuelas están sirviendo a nuestra gente de nuevas maneras, desde las Misas diarias que se transmiten en vivo, la instrucción en línea, hasta el muy compasivo servicio a niños y familias necesitadas.
Estos días he estado pensando mucho en el Papa Juan Pablo II, ahora que nos estamos acercando a lo que hubiera sido su cumpleaños número 100, este 18 de mayo.
Como muchos de ustedes saben, San Juan Pablo ha sido una importante inspiración en mi vida y tuve el privilegio de ser nombrado obispo por él. Y lo que nuestras escuelas y parroquias están haciendo durante esta pandemia, lo veo como un maravilloso ejemplo de la “nueva evangelización” que él pidió, llevar a Jesucristo a la gente de nuestro tiempo con un nuevo sentido de urgencia y convicción apostólica.
San Juan Pablo invocaba frecuentemente a María, nuestra Santísima Madre, como la “Estrella de la Nueva Evangelización” y, de hecho, en varias ocasiones él renovó la consagración de la Iglesia y del mundo al Inmaculado Corazón de ella.
Nuestra nación ha sido consagrada a María y nuestra Santísima Madre ha acompañado verdaderamente a esta gran nación desde sus inicios. Los primeros misioneros llegaron a este continente cobijados bajo el manto de Nuestra Señora de Guadalupe. El primer obispo de nuestra nación invocó la protección de la Virgen y luego los obispos del país la consagraron como patrona de los Estados Unidos de América.
Ahora que nuestro mundo está avanzando penosamente bajo la sombra de la pandemia de coronavirus, el 1 de mayo los obispos de Estados Unidos renovaron la consagración de nuestro país a María bajo el título de Madre de la Iglesia.
Yo tuve el privilegio de celebrar esa ceremonia de reconsagración en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles, junto con más de 350,000 personas que se unieron en línea y con millones más que se hicieron presentes a través de EWTN, Relevant Radio, el Canal Católico Sirius XM, El Sembrador (ESNE), Guadalupe Radio y varios otros medios de comunicación católicos de todo el mundo.
Durante la celebración, le pedimos a nuestra Santísima Madre que volviera a nosotros sus ojos misericordiosos, para ayudar a sus hijos en este tiempo de prueba, en el que muchos están muriendo y en el que nuestra fe se está poniendo a prueba.
Se dice que San Juan Pablo renovaba su consagración personal a María todos los días y su profunda devoción a ella se hace patente en su lema, “Totus Tuus” (“Soy todo tuyo”).
Y creo que este mes de María sería una hermosa ocasión para que todos nosotros renováramos nuestra devoción a María, que es la Madre de Dios, la Madre de la Iglesia y la madre de cada uno de nosotros.
María fue la primera persona en consagrarse a Jesucristo, la primera en ofrecerle todo su corazón para hacer su voluntad, para ponerse al servicio de su hermoso plan de redención.
María llevó al niño Jesús en su vientre bendito, debajo de su Corazón Inmaculado y ella estuvo con Él al pie de su cruz, cuando el Sagrado Corazón de Él fue traspasado. Ella nos acompaña ahora, como siempre lo ha hecho y como siempre lo hará, ella, que es la Madre de Jesús y la Madre de la Iglesia.
Así como Jesús se encomendó a sí mismo a María, nosotros tenemos que entregarnos a ella y mirarla como nuestro modelo, así como los niños miran a su madre.
De María, aprendemos a confiar en que el plan amoroso de Dios se cumplirá, en nuestras vidas y en la historia. De María, aprendemos a abrir nuestros corazones a Jesús, a meditar en sus palabras y en su vida. Y de María, aprendemos a hacer todo lo que él nos diga, a abandonarnos a la voluntad de Dios; a pedir, siempre con ella: “Hágase en mí según tu palabra”.
Como nos lo enseñan los santos, la mejor manera de crecer en nuestro amor a María es contemplar a Jesús en los misterios del Rosario, a través de la mirada amorosa de ella.
Y el Papa Francisco nos está alentando a “redescubrir en el mes de mayo la belleza de rezar el Rosario en casa”.
Entonces, tal vez todos podamos ofrecerle a María este pequeño regalo durante el mes de mayo. Quizás podamos buscar tiempo para reunirnos todos los días, para rezar el Rosario en nuestras familias y en nuestros hogares.
Tal vez podamos empezar de una manera sencilla, incluso solamente rezando una década del Rosario. Será algo hermoso que nuestras familias le pueden ofrecer a María, nuestra Santísima Madre. Y podemos tener la certeza absoluta de que ella está intercediendo por nosotros en estos tiempos difíciles.
Oren por mí esta semana y yo oraré por ustedes.
Entreguémosle nuestro corazón a Jesús, a través del corazón de su madre. Y procuremos conservar en nuestro corazón lo que ella nos dijo: que Dios ha hecho grandes cosas por nosotros y que su misericordia se extiende de generación en generación.
¡Todo a Jesús a través de María! Ella es la madre del amor justo y de la santa esperanza. Y sabemos que al final, su Corazón Inmaculado triunfará. Porque para Dios nada es imposible.