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A principios de este mes, estuve en Roma y tuve el privilegio de reunirme con nuestro nuevo Santo Padre, el Papa León XIV.

Tuve la bendición de conocer a los tres Papas anteriores — San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco — y de colaborar con ellos. El hecho de estar en la presencia del nuevo vicario de Cristo en la tierra fue motivo de alegría para mí.

El Papa León me pareció una persona acogedora y tranquila, y tuve una conversación agradable con él.

Él demostró entusiasmo por lo que se está llevando a cabo aquí en Los Ángeles, cuando yo le conté acerca de nuestras nuevas vocaciones, de la fe de nuestros jóvenes, de la energía y creatividad que hay en nuestras escuelas y parroquias, y de nuestros múltiples ministerios enfocados a los marginados y a los pobres.

Le preocupó lo que nos ha sucedido a raíz de los incendios forestales que hubo a principios de este año. Hablamos también sobre los desafíos que hemos enfrentado este verano en materia de inmigración. Y el Santo Padre expresó su solidaridad y su apoyo para nuestras parroquias y nuestras familias.

Lo que salió a relucir también en nuestra reunión fue su entusiasmo por la difusión del Evangelio, cosa que pude comprobar de primera mano durante mi estancia en Roma.

Mi visita coincidió con el Jubileo de la Juventud. Tuve la suerte de encontrarme en la Basílica de San Pedro con decenas de peregrinos jóvenes, provenientes de Los Ángeles.

Según el Vaticano, para el Jubileo llegaron a Roma por lo menos un millón de jóvenes, procedentes de casi 150 países.

Fue un espectáculo maravilloso el poder ver la devoción de los jóvenes, el entusiasmo que les causa su amistad con Jesús, y el manifiesto deseo que tienen de que sea su fe lo que defina lo que ellos son y la manera en la que viven.

Para mí, esto fue otra señal de que estamos viviendo en un tiempo nuevo de la Iglesia, en una época de gracia y de renovación.

Nuestro nuevo Papa es miembro de la orden religiosa agustina y durante años ha estudiado a fondo la espiritualidad de los escritos de San Agustín. En los eventos del Jubileo, puso de manifiesto la manera en la que su oración y sus estudios han modelado la comprensión que tiene del corazón de nuestros jóvenes.

La historia de Agustín es bien conocida. De joven, él estaba confundido en cuanto al significado de la vida, y al verdadero camino a la felicidad, así que cayó en el pecado y se alejó de Dios.

Agustín escribiría más tarde aquellas palabras que todos conocemos: “Nos has creado para ti, Señor, y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti”.

Esto que sucedió con Agustín, ocurre también con nuestros jóvenes y con todo corazón humano. Estamos hechos para vivir en relación con Dios. Y nuestros corazones estarán inquietos y no encontrarán la paz, hasta que nos encontremos con Dios.

Agustín aprendió esto a través de las dificultades que enfrentó. El Papa León dentro de su ministerio resalta esta perspectiva acerca del deseo que el corazón humano tiene de Dios y con frecuencia citó a Agustín en los discursos que les dirigió a los peregrinos. Es asombroso darnos cuenta cómo las palabras de un santo del siglo V pueden hablarles también a nuestros corazones actualmente.

El Papa León comprende el poder de las redes sociales en la vida de los jóvenes y se da cuenta del modo en que estos medios pueden controlarlos, distorsionar sus relaciones y confundir sus valores, así como también su sentido de lo verdadero y de lo real.

He reflexionado acerca todo esto ahora que nos estamos preparando para otro año escolar aquí en la Arquidiócesis de Los Ángeles. Este año, tendremos a más de 65,000 niños en nuestras escuelas católicas y más del doble de esa cantidad, en nuestros programas de educación religiosa parroquial.

Cada uno de estos niños es un alma que Dios nos ha confiado, una persona a quien Dios creó por amor. El hecho de servir a estas almas jóvenes es un privilegio y una noble tarea.

El objetivo de la educación católica es que nuestros jóvenes conozcan a Jesús, que conozcan su amistad y su promesa de salvación. Nuestra tarea es disponer sus corazones para que escuchen el llamado del Señor y para que comprendan que, sólo cuando le entreguen su corazón, podrán encontrar la verdad y la belleza, la felicidad y el amor que buscan y que Dios anhela darles.

En la vigilia de oración, el Papa León exhortó a los jóvenes peregrinos a tener la valentía de elegir a Jesús en medio de las tribulaciones y las decepciones del mundo actual:

“La valentía de elegir surge del amor que Dios nos manifiesta en Cristo. Él es quien nos ha amado con todo su ser salvando el mundo y mostrándonos así que el camino para realizarnos como personas es dar la vida. Por eso, el encuentro con Jesús corresponde a las esperanzas más profundas de nuestro corazón, porque Jesús es el Amor de Dios hecho hombre… Encontrar el valor de tomar decisiones difíciles y de decirle a Jesús: ‘Tú eres mi vida, Señor’”.

Oren por mí, y yo oraré por ustedes.

Y ahora que empezamos este nuevo año escolar, encomendemos a nuestros estudiantes al corazón maternal de nuestra Santísima Virgen María.