Amigos de nuestro tiempo

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El domingo 7 de septiembre, el Papa León XIV celebrará dos importantes canonizaciones en Roma, las primeras de su pontificado.

El Santo Padre elevará a los altares a dos hombres del siglo XX que vivieron vidas breves, pero cuyo amor a Jesús ardió con tanta intensidad que abrieron un camino de santidad que sigue siendo una invitación a seguir sus pasos para los jóvenes y, de hecho, también para todos nosotros.

El beato Carlo Acutis será nuestro primer santo millennial. Él nació en 1991, creció en Milán, Italia, y tenía tan solo 15 años cuando murió de leucemia.

Aparentemente vivió la vida de un adolescente normal. Le encantaban los deportes y los videojuegos; y tenía un don especial para crear sitios web y para encontrar maneras creativas de utilizar el internet para compartir su fe.

Desde muy joven, Acutis descubrió el poder secreto de la Eucaristía: él se dio cuenta de que, mientras más recibamos con reverencia a Jesús en la Sagrada Comunión, más podremos asemejarnos a Él.

Él vivió su fe a través de prácticas sencillas y cotidianas como la de rezar el rosario e ir a Misa diariamente, esmerándose en ser un buen ejemplo para sus amigos, y en ayudar a los pobres y a las personas sin hogar.

Un comentario de su madre me impresionó: “Carlo... era una persona normal. Pero si una vida es iluminada por la luz de Cristo, se vuelve extraordinaria”.

Así es como debe vivirse nuestra fe: no a base de complicadas prácticas de piedad, sino como la expresión natural de nuestra amistad con Jesús.

El Papa León canonizará también al beato Pier Giorgio Frassati.

Como sabemos, antes de que alguien pueda ser declarado santo, la Iglesia debe determinar si esa persona ha realizado dos milagros del cielo. En cuanto al Beato Frassati, se reconoció que realizó un milagro para un seminarista de Los Ángeles, y fue este milagro el que ocasionó que la Iglesia lo declarara santo.

La historia del Padre Juan Gutiérrez todavía me asombra.

En 2017, sufrió una grave lesión en la pierna al estar jugando al baloncesto con otros seminaristas.

Ante la perspectiva de una dolorosa cirugía, el Padre Juan pidió la intercesión del Beato Frassati y fue sanado.

Sus médicos no pudieron explicarlo. El Vaticano investigó, entrevistó a los médicos, estudió las pruebas médicas y concluyó que, efectivamente, su curación había sido milagrosa.

Y ese milagro une para siempre y de manera misteriosa a éste, nuestro nuevo santo, con la familia de Dios de aquí, de Los Ángeles.

Esta profunda conexión espiritual nos invita a hacernos amigos del futuro San Giorgio Frassati, a conocerlo a través de la oración y de la reflexión sobre su vida. Por eso hemos creado un nuevo sitio web: FriendsWithFrassati.com, para ayudarnos a todos a ir tras las huellas de nuestro nuevo santo.

Él era un joven amante de la naturaleza. Practicaba el alpinismo, el ciclismo y la natación. Y disfrutaba, de cuando en cuando de algún puro y de alguna copa.

Toda su vida estuvo impulsada por la Eucaristía. En una época en la que era raro que los laicos comulgaran diariamente, a él se le concedió ese permiso. Con frecuencia decía que vivía de Eucaristía en Eucaristía.

Nuestro nuevo santo estuvo profundamente comprometido con la política de su tiempo, oponiéndose tanto al comunismo como al fascismo, y luchó por un orden social basado en los principios de la doctrina social católica.

Se inspiró en la maravillosa encíclica social del Papa León XIII, Rerum Novarum (“De los cambios políticos”), así como también en los escritos políticos del Siervo de Dios Don Luigi Sturzo.

Frassati formó varias asociaciones para promover la causa de la paz mundial y de la justicia social. Y se dedicó personalmente a servir a los pobres y a los vulnerables.

En una ocasión, cuando alguien le preguntó por qué estaba dispuesto a arriesgar su vida con tal de ir a algunos de los barrios más peligrosos, él replicó: “Jesús me visita en la Comunión cada mañana, y yo le devuelvo el favor, en gratitud, como puedo: es decir visitando a sus pobres”.

Sus biógrafos dicen que es probable que contrajera la enfermedad que lo llevó a la tumba al estar trabajando en esos barrios pobres. Murió el 4 de julio de 1925, a la edad de 24 años.

El día de las canonizaciones, bendeciré una “Capilla de Testigos Jóvenes” en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles.

Esta capilla albergará las reliquias de nuestro nuevo Santo, Carlo Acutis, al igual que las de otros dos jóvenes santos del siglo XX: Santa María Goretti y San José Luis Sánchez del Río.

Nuestros nuevos santos jóvenes nos enseñan que podemos cimentar nuestras vidas en una amistad profunda con Jesús. Nos enseñan que la santidad es posible en nuestra vida cotidiana, y que, por medio de nuestro amor, podemos acercar a nuestro prójimo y a nuestros seres queridos a esa amistad con Jesús que nosotros tenemos.

Oren por mí, y yo oraré por ustedes.

Y pidámosle a María, nuestra Santísima Madre, que ella ayude a nuestros jóvenes, y también a todos nosotros, a vivir en la luz de su Hijo.

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Arzobispo José H. Gomez

El Reverendo José H. Gomez es el arzobispo de Los Angeles, la comunidad católica más grande del país. También se desempeña como Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Puedes seguir a Monseñor Gómez diariamente a través de Facebook, Twitter and Instagram.