Lo que sigue es una adaptación del discurso que el arzobispo les dirigió a los 7,500 jóvenes que asistieron al Día de la Juventud, en el Congreso Anual de Educación Religiosa del 20 de febrero.
Hoy tenemos el privilegio de orar en presencia de una sagrada reliquia del beato Carlo Acutis, a quien el Papa Francisco canonizará en abril, justo después de la Pascua.
Carlo será nuestro primer santo millennial. Él nació en 1991 y creció en Milán, Italia.
Tenía tan solo 15 años cuando murió de leucemia.
Pero en el corto tiempo que pasó en esta tierra, vivió la vida al máximo. Él vivió su vida con un espíritu de libertad y de alegría.
Fue un adolescente común: le encantaba practicar deportes y jugar videojuegos con sus amigos; tenía, por otra parte, una gran habilidad para crear sitios web y para encontrar modos creativos de usar el internet para compartir su fe.
Lo que hizo distinto la vida de este joven común, era que su vida estuvo anclada en Jesucristo.
Cuando él tenía la edad de ustedes, descubrió el secreto poder que tiene la Eucaristía.
Empezó a asistir a misa todos los días y llegó a comprender así la maravillosa realidad de que cuanto más recibimos a Jesús en la Eucaristía, más nos parecemos a él y más profundamente llega a él a habitar en nuestros corazones y en nuestras almas.
Acutis decía: “Mi plan de vida es estar siempre cerca de Jesús”.
¡Qué maravillosa idea!, ¡ése debería ser también el plan de ustedes y el mío!, ¡debería ser el plan de vida de todos!
Eso es lo que Jesús quiere transmitirnos en el Evangelio que acabamos de escuchar.
Jesús les hace hoy una pregunta a sus apóstoles: “Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?”.
Jesús no les estaba haciendo esa pregunta solamente a ellos; nos la está haciendo a nosotros también. Es una pregunta profundamente personal, que nadie más puede responder en nuestro lugar.
Mucha gente tiene opiniones diversas sobre Jesús, pero si queremos tener una amistad con Él, tenemos que tomar nuestra propia decisión acerca de quién es Él. ¿Quién decimos que es Él?, ¿Quién dices tú que es Él?
Ésta es una gran pregunta más importante que el SAT [examen estandarizado de aptitud] o que un examen final, porque la vida de ustedes depende del modo en que respondan a esta pregunta; lo que tú eres depende de quién es Jesús.
Si Jesús es tan sólo otra figura histórica más, que vivió hace mucho tiempo, entonces no importa quién sea él; eso no tendría mayor trascendencia.
Pero si creemos que Jesús es quien dice ser, si creemos que Él es el Mesías, el Hijo de Dios, que sufrió y fue puesto a muerte y que al tercer día resucitó, entonces ¡toda nuestra vida cambia!
La verdad es que Jesús es el Mesías, y que Él sufrió, murió y resucitó de entre los muertos.
¡Y Él hizo estas cosas por nosotros, por ustedes y por mí!
En la primera lectura de hoy, Dios le dice a Noé que toda vida humana es preciosa, porque ha sido creada “a imagen de Dios”.
Eso significa que ustedes no son una criatura cualquiera, no son una criatura más en el planeta Tierra. ¡Son hijos de Dios! Su vida tiene un significado y un propósito dentro del plan de Dios.
Y el propósito de Dios para la vida de ustedes y para la mía llega a cumplimiento en Jesús.
Si ustedes, como Pedro, le dicen a Jesús: “Tú eres el Mesías”, si ponen sus vidas en las manos de él y lo siguen, entonces Jesús les enseñará cómo vivir una vida hermosa, una vida llena de amor y de servicio, una vida que se convertirá en el camino que los llevará al cielo.
Sé que todos creemos esto y que estamos esforzándonos por vivir de manera práctica nuestras creencias, ¡por eso estamos aquí hoy!
Vinimos a encontrarnos con Jesús en la Eucaristía porque queremos que Él fortalezca nuestra fe y renueve nuestra conciencia sobre el propósito de nuestra vida. Vinimos porque sabemos que, en cada Eucaristía, Jesús va moldeando nuestros corazones y haciéndonos más semejantes a Él.
Por ese motivo es que, desde que estaba en la escuela primaria, Carlo asistía a misa todos los días.
Para Carlo, vivir en amistad con Jesús y recorrer con Él el camino, era algo tan natural como respirar; así era él; así es como quería vivir.
Hoy, los animo a todos a que sigan adelante en el camino que recorremos con Jesús. Permanezcan cerca de Él y sigan esforzándose por crecer en el amor que le tienen a Dios y en el amor que tienen por los demás.
Al prepararnos hoy para un nuevo encuentro con Jesús en la Eucaristía, como San Pedro, digámosle: “¡Tú eres el Mesías!”.
Démosle las gracias por su amor y por todos sus dones. Y pidámosle que despierte en nosotros el deseo de llegar a ser santos, como Carlo.
Y volvamos también nuestros corazones a nuestra Santísima Madre María para que ella nos ayude a asemejarnos cada día más a su Hijo, a amar como Él ama y a compartir su amor con toda la gente con la que nos encontremos.