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El Congreso Eucarístico Nacional fue una experiencia maravillosa, fueron cinco días de asombro, de admiración y de adoración.

Unos 60,000 católicos, procedentes de todos los rincones del país, llegaron como peregrinos eucarísticos a Indianápolis y se reunieron allí como familia de Dios para orar y alabar a Jesucristo.

Muchos habían viajado durante varias semanas, recorriendo —en una procesión con el Santísimo Sacramento— una de las cuatro rutas de peregrinación eucarística, y dando así un testimonio de su fe.

Yo tuve el privilegio de formar parte del grupo de 200 católicos de Los Ángeles, que hizo el recorrido a Indianápolis del 17 al 21 de julio, en compañía de cinco de nuestros obispos auxiliares y de más de una docena de nuestros sacerdotes.

Y creo que la historia recordará este acontecimiento como un momento importante de la vida de la Iglesia en Estados Unidos.

El Avivamiento Eucarístico Nacional, impulsado desde hace tres años por los obispos de Estados Unidos, ha sido verdaderamente una obra del Espíritu Santo en nuestros tiempos. Y ya estamos viendo los frutos de ese avivamiento, pues mucha gente ha vuelto a Dios y a la Iglesia.

Jesús prometió que veríamos cosas aún mayores, ¡y ciertamente las estamos viendo!

Estamos presenciando un gran impulso del Espíritu en nuestros tiempos, una renovada sed de santidad y de verdad, un anhelo de un amor puro, maravilloso y perdurable.

Y hemos llegado a darnos cuenta, con mayor claridad, de que la Eucaristía es el centro del universo y el secreto del plan de amor de Dios para cada alma.

Todo hombre y toda mujer han sido creados para el amor, y todo corazón humano anhela ese amor. En la Eucaristía, encontramos ese amor que anhelamos y para el cual hemos sido creados.

En la Eucaristía, el Dios que es Amor nos invita a probar y ver cuán grande es su bondad. El Dios que mostró su humildad para compartir nuestra humanidad nos invita a compartir su divinidad y a vivir en una tierna amistad con Él.

Más de 200 peregrinos, entre obispos y sacerdotes, viajaron con el Arzobispo Gomez desde Los Ángeles a Indianápolis para el Congreso Eucarístico Nacional. (Archidiócesis de Los Ángeles)

Durante estos tres últimos años, hemos renovado nuestro asombro y admiración ante la presencia de Dios y ante su amor en la Eucaristía.

Y ahora, debemos ir más allá y compartir este asombro y esta admiración con nuestro prójimo.

Al final del Congreso, se anunció que el próximo verano habrá una peregrinación desde Indianápolis hacia Los Ángeles, la cual llegará aquí para la celebración de Corpus Christi.

Nos sentimos honrados y emocionados de haber sido elegidos, y ya estamos haciendo planes para acoger a los peregrinos con una gran celebración de fe.

Con el Congreso Eucarístico, el avivamiento eucarístico impulsado por los obispos de Estados Unidos entra en su tercer y último año, el cual está dedicado al discipulado misionero.

Los obispos han inaugurado un nuevo programa, al que le han llamado “Camina con alguien”, para alentar y preparar a los católicos para que evangelicen en su vida diaria.

Aquí en Los Ángeles, establecimos nuestra propia campaña al comienzo del avivamiento. El programa, llamado Back to Mass (De Regreso a Misa), ofrece recursos para ayudar a las personas a que inviten a sus seres queridos y amigos a que asistan a la Misa con ellos.

En Indianápolis, anunciamos una nueva iniciativa nacional para apoyar los esfuerzos de los obispos de Camina con alguien. Con nuestros socios, eCatholic y My Saint My Hero, hemos desarrollado una nueva herramienta de búsqueda en línea para encontrar horarios de misa, confesión y adoración en cualquier parte del país.

Hemos también publicado un nuevo video sobre el “poder de la invitación” que les recomiendo que vean.

Ahí se narra la historia de cuatro personas y el modo en que alguna persona les habló sobre su propia amistad con Jesús, invitándolos luego a asistir a Misa. Todo esto está disponible en nuestro sitio web LACatholics o en backtomass.com.

El avivamiento eucarístico debe ahora llevarnos a todos a convertirnos en evangelistas eucarísticos.

¡Jesús cuenta con nosotros para que seamos sus testigos y colaboradores, para que la gente vuelva a participar en la Misa!

Necesitamos ayudar a que nuestro prójimo se dé cuenta de que el Amor que están buscando es algo verdadero y real, que es un Amor que ya está aquí presente, en nuestros altares y en nuestros sagrarios, y que tiene un nombre: ¡Jesucristo!

Imagínense cuánto cambiarían el mundo y nuestros hogares, si cada uno de los católicos de este país trajera consigo tan solo a una persona de vuelta a Misa. Oremos, pues, para que así suceda.

¡Jesús puede todavía resucitar a un mundo caído y cambiar la vida de las personas!

Del mismo modo en que Él convirtió el agua en vino, y así como transforma el pan y el vino en su cuerpo y en su sangre a través de la Eucaristía, Él quiere hacer que toda persona sea santa como Él es santo. A través de la Eucaristía, Él quiere colmar este mundo con su gloria.

Oren por mí y yo oraré por ustedes. Y sigamos orando también para que sobrevenga un avivamiento eucarístico en nuestros tiempos.

Que la Santísima Virgen María nos ayude a enraizar más profundamente nuestra vida en el cuerpo y la sangre de su Hijo.

Y que Nuestra Señora nos ayude a conducir a muchos otros hacia el santo altar, en donde podrán probar y ver la bondad de Dios.