Al cardenal Baltazar Porras se le negó el permiso para salir de Venezuela y se le confiscó el pasaporte, mientras la asediada dictadura del país intensifica el hostigamiento contra líderes de la Iglesia y voces disidentes, en medio del aumento de la presión de Estados Unidos para un cambio de régimen. El cardenal Porras es arzobispo emérito de Mérida y un firme defensor de los derechos del pueblo venezolano.
Mientras tanto, la premio Nobel y líder opositora venezolana María Corina Machado fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz 2025 el 10 de diciembre en Oslo. Su hija, Ana Corina Sosa, recibió el premio en su nombre.
Machado llegó más tarde ese mismo día a la capital noruega en un avión privado, tras una salida angustiante por tierra y mar desde territorio venezolano, donde vive escondida para evitar ser arrestada. The Wall Street Journal informó que Machado utilizó una peluca y atravesó 10 puntos de control para trasladarse desde su vivienda en las afueras de Caracas hasta el lugar donde abordó una embarcación pesquera que la llevó, en medio de aguas agitadas, hasta la isla de Curazao.
La galardonada con el Nobel se reencontró en Noruega con sus tres hijos, todos residentes en el extranjero. Cerca de ocho millones de venezolanos han abandonado el país rico en petróleo en las últimas dos décadas, a medida que la economía colapsó bajo el régimen socialista revolucionario. Simpatizantes se congregaron frente a su hotel y muchos le regalaron rosarios, que llevaba colgados al cuello durante una entrevista con la BBC.
“Por supuesto que voy a volver” a Venezuela, dijo Machado a la BBC. “Sé exactamente los riesgos que estoy asumiendo”.
“Voy a estar donde soy más útil para nuestra causa”, continuó. “Hasta hace poco, el lugar donde creía que debía estar era Venezuela; hoy, en nombre de nuestra causa, creo que debo estar en Oslo”.
La prohibición de salida del cardenal Porras y el reconocimiento internacional a Machado se produjeron mientras activos militares estadounidenses —incluido el portaaviones USS Gerald R. Ford— se concentran en el sur del Caribe. El presidente Donald Trump afirmó el 10 de diciembre que fuerzas estadounidenses incautaron un petrolero frente a la costa venezolana, una acción que Venezuela calificó como piratería. La fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, dijo ese mismo día que el buque transportaba petróleo sancionado procedente de Irán y Venezuela.
El equipo de Machado dijo que contactó previamente a las fuerzas militares estadounidenses antes de zarpar, para evitar ser alcanzados por ataques contra presuntas embarcaciones vinculadas al narcotráfico, que han causado más de 80 muertes en los últimos tres meses, según The Wall Street Journal.
Trump ha insinuado un posible cambio de régimen en Venezuela, cuyo gobierno su administración acusa de facilitar el envío de drogas a Estados Unidos, y ha ofrecido una recompensa de 50 millones de dólares por la captura del presidente Nicolás Maduro.
Machado no ha rechazado la presión ejercida por Trump sobre Maduro. En Oslo declaró a periodistas: “Venezuela ya ha sido invadida. Tenemos agentes rusos. Tenemos agentes iraníes. Tenemos grupos terroristas como Hezbollah y Hamas operando libremente con el aval del régimen. Tenemos guerrillas colombianas, cárteles de la droga… Esto ha convertido a Venezuela en el centro criminal de las Américas”. A la BBC le dijo: “No queríamos una guerra, no la buscamos… fue Maduro quien le declaró la guerra al pueblo venezolano”.
Edmundo González Urrutia, quien reemplazó a Machado en la boleta electoral tras su inhabilitación por parte del régimen, ganó las elecciones de julio de 2024 por amplia mayoría, según actas recopiladas por la oposición. Sin embargo, autoridades electorales afines a Maduro negaron la victoria opositora.
Los obispos venezolanos pidieron que se respetaran los resultados. Varios países, entre ellos Estados Unidos, condenaron el proceso electoral por considerarlo fraudulento.
La Iglesia ha quedado bajo creciente escrutinio mientras Maduro se aferra al poder.
En octubre, el cardenal Porras, arzobispo emérito de Caracas, pidió la liberación de los presos políticos. Posteriormente, una gran misa en la capital para celebrar la canonización de los primeros santos venezolanos —san José Gregorio Hernández, conocido como el “médico de los pobres”, y santa María Carmen Elena Rendiles Martínez, nacida sin un brazo y fundadora de conventos y escuelas— fue cancelada por motivos de seguridad. El cardenal dijo luego que tampoco pudo viajar a la ciudad natal de san José Gregorio Hernández para una celebración, debido a que el Ejército cerró el aeropuerto.
En una publicación en X el 10 de diciembre, el cardenal Porras dijo que no pudo abordar un vuelo a España después de que le informaran que su “pasaporte tenía problemas”. Afirmó que lo obligaron a firmar documentos en los que se indicaba que “no podía viajar por ‘violación de las normas de viaje’”, y que se le prohibió fotografiar el documento bajo amenaza de arresto. Su pasaporte no le fue devuelto.
“Es doloroso porque viola nuestros derechos como ciudadanos y no hay ningún tipo de respuesta”, dijo el cardenal Porras. “El mensaje reiterado por el papa León XIV, ‘estamos dispuestos a buscar una solución y una paz justa y duradera’, es una tarea para todos nosotros, especialmente para quienes tenemos la responsabilidad ética de iluminar el camino de todos nuestros hermanos y hermanas”.
El papa León XIV ha pedido diálogo ante el aumento de las tensiones entre Estados Unidos y Venezuela. El 2 de diciembre dijo a los periodistas: “Creo que es mejor buscar caminos de diálogo, quizá presión, incluida la presión económica, pero buscando otras vías para cambiar las cosas, si eso es lo que Estados Unidos quiere hacer”.
