Social hed: Los pobres no son un problema de la sociedad, sino que son “uno de nosotros”
Los días 9 y 10 de octubre, varios líderes de los ministerios católicos de justicia social, de salud y caridad se reunieron en la Catedral de Cristo, en Garden Grove, California, para asistir a la conferencia estatal “Peregrinos de la Esperanza: al servicio de los vulnerables”. El texto que viene a continuación es una adaptación de la homilía del Arzobispo Gomez.
Esta es una reunión importante para nuestra Iglesia y nuestra sociedad. La doctrina social de la Iglesia, que está fundamentada en el amor a Dios y en la dignidad de cada persona, ofrece esa sabiduría y esperanza que la gente de nuestro tiempo tanto requiere.
En primer lugar, recordemos a nuestro amigo y compañero de trabajo, el Padre Christopher Ponnet, que falleció a principios de esta semana. Su muerte repentina es una gran pérdida para nosotros, y lo extrañaremos mucho.
Durante más de 30 años, el Padre Chris fue un defensor de la justicia social y de la atención médica para los pobres y los más vulnerables. El Padre Chris vivió el Evangelio que escuchamos hoy, él vivió buscando el rostro de Jesús en los pobres, en los encarcelados, en los condenados a muerte y en los inmigrantes. Que siga presente en nuestras oraciones, mientras reflexionamos sobre nuestra misión de servicio a los pobres y los vulnerables.
El 9 de octubre, el Papa León XIV publicó una nueva y conmovedora reflexión sobre el amor a los pobres, titulada “Te he amado”. Este documento, tan reflexivo y piadoso, traza el camino de amor que la Iglesia ha tenido hacia los pobres desde los tiempos en que Jesús predicaba, hasta la actualidad.
El Santo Padre nos ayuda a recordar que antes de que Jesús viniera al mundo, antes de que existiera la Iglesia, no existían servicios sociales, no había atención médica organizada, ni una ética de responsabilidad hacia los necesitados.
Los primeros cristianos atendían a su prójimo durante los brotes de peste, cuidaban a los enfermos y a los moribundos, y fundaron los primeros hospitales y las primeras organizaciones benéficas. Y ustedes, por su labor como ministros católicos sociales, continúan con esa antigua y noble tradición.
Los primeros cristianos se daban cuenta de que en los pobres nos encontramos con una “revelación” del Dios vivo.
En el Evangelio de hoy, Jesús nos dice que Él permanece con nosotros en los que tienen hambre y sed, en los que carecen de vestidos y en los enfermos, en los inmigrantes, en los refugiados y en los encarcelados. El amor que les mostramos a los pobres y vulnerables es un amor que le dedicamos a Él: “Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron”.
Jesús no sólo nos manda ser bondadosos, sino que también nos llama a buscarlo y servirlo en la figura de los pobres.
El Papa León nos explica que en todas las épocas y en todos los lugares, los santos y la Iglesia siempre han buscado al Señor en el rostro de los que sufren y en los necesitados. “Para los cristianos”, escribe él, “Los pobres, no son una categoría sociológica, sino la misma ‘carne’ de Cristo”.
El Papa nos invita a profundizar en el misterio de la encarnación de Dios. Dios no sólo se hizo carne, sino que eligió asumir una “carne, carne que tiene hambre, que tiene sed, que está enferma, encarcelada”.
Como escribe León: “El contacto con quien no tiene poder ni grandeza es un modo fundamental de encuentro con el Señor de la historia. En los pobres Él sigue teniendo algo que decirnos”.
El amor a los pobres y el amor al Señor son una sola y misma cosa. Jesús prometió estar siempre con nosotros. Nos dijo también que siempre tendremos a los pobres entre nosotros.
Como seguidores de Jesús, tenemos siempre el deber de amar y servir a los pobres. Ese deber pide que tengamos caridad y que trabajemos a favor de la justicia. Tenemos que defender los derechos de los pobres y trabajar por una sociedad en la que ya no haya pobreza, en la que cada persona tenga lo necesario para vivir con la dignidad que Dios desea para todos sus hijos.
Desde el principio, éste fue siempre el deseo de Dios. Como escuchamos en la primera lectura de hoy, Dios le ordenó a Moisés que construyera una sociedad en la que se cuidara especialmente de los débiles y vulnerables, de los inmigrantes y refugiados, de las viudas y de los huérfanos.
“El cristiano no puede considerar a los pobres sólo como un problema social”, nos recuerda León, “éstos son una ‘cuestión familiar’, son ‘de los nuestros’”.
El Señor escucha el clamor de los pobres y responde a él a través de nosotros. Para todos nosotros, el camino al cielo pasa a través de los pobres y los vulnerables.
Al encontrarnos hoy con Jesús en su cuerpo y en su sangre, que se nos entregan en el pan y en el vino de esta Sagrada Eucaristía, pidámosle que renueve en nosotros el compromiso de encontrarlo en la carne de los pobres y los vulnerables.
Que Santa María, nuestra Santísima Madre, nos guíe a todos para buscar a su Hijo, para que los pobres — y, en general, todos nosotros — podamos percibir la verdad de la promesa que Él nos hizo: “Yo te he amado”.