ROMA -- “Permitir que millones de seres humanos vivan --y mueran-- golpeados por el hambre es un fracaso colectivo, un extravío ético, una culpa histórica”, afirmó el Papa León XIV en el Día Mundial de la Alimentación.

El Papa recorrió Roma el 16 de octubre para dirigirse a los líderes mundiales y representantes gubernamentales en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (conocida como FAO por sus siglas en inglés). Además de conmemorar el Día Mundial de la Alimentación, los delegados celebraban el 80.º aniversario de la creación de la FAO.

En su discurso, el Papa León denunció el hecho de que, aunque la humanidad ha logrado enormes avances en tecnología, medicina, agricultura y transporte, 673 millones de personas se acuestan cada noche con hambre y 2.300 millones no pueden acceder a una dieta saludable.

Las estadísticas de la FAO no son solo números, afirmó; “detrás de cada uno de esos números hay una vida truncada, una comunidad vulnerable; hay madres que no pueden alimentar a sus hijos”.

“Esto no es casualidad, sino la señal evidente de una insensibilidad imperante, de una economía sin alma, de un cuestionable modelo de desarrollo y de un sistema de distribución de recursos injusto e insostenible”, insistió el Papa León.

Quizás refiriéndose a la situación en la Franja de Gaza, pero también a otras zonas afectadas por las guerras, el Papa afirmó que “los escenarios de los conflictos actuales han hecho resurgir el uso de los alimentos como arma de guerra”.

La convicción mundial “que considera la inanición deliberada un crimen de guerra, como también el impedir intencionalmente el acceso a los alimentos a comunidades o pueblos enteros” parece estar desapareciendo, afirmó.

La “estrategia cruel” de utilizar los alimentos como arma de guerra, dijo el Papa, “condena a hombres, mujeres y niños al hambre, negándoles el derecho más elemental: el derecho a la vida”.

Si bien los gobiernos tienen un papel evidente en la lucha contra el hambre, el Papa León afirmó que nadie puede considerar que el problema es responsabilidad de otros.
“Quien padece hambre no es un extraño”, dijo. “Es mi hermano y he de ayudarlo sin dilación alguna”.

El hambre “es un clamor que sube al cielo y que requiere la veloz respuesta de cada nación, de cada organismo internacional, de cada instancia regional, local o privada”, afirmó. “Esa batalla es de todos”.

“¿Cómo explicar las desigualdades que permiten a unos pocos tenerlo todo y a muchos no tener nada?”, preguntó el Papa León, durante su discurso, parte del cual fue pronunciado en español,

Y añadió, en inglés: “¿Cómo podemos olvidar a todos aquellos que están condenados a la muerte y al sufrimiento en Ucrania, Gaza, Haití, Afganistán, Mali, la República Centroafricana, Yemen y Sudán del Sur, por nombrar solo algunos lugares del planeta donde la pobreza se ha convertido en el pan de cada día de tantos de nuestros hermanos y hermanas?”.

Ningún individuo ni gobierno puede mirar hacia otro lado, afirmó el Papa. “Debemos hacer nuestro su sufrimiento”.

“No podemos aspirar a una vida social más justa si no estamos dispuestos a deshacernos de la apatía que justifica el hambre como si fuera música de fondo a la que nos hemos acostumbrado”, dijo el Papa.

No actuar, incluso a nivel individual, dijo, es ser “cómplice de la promoción de la injusticia”.

“No podemos esperar un mundo mejor, un futuro brillante y pacífico, si no estamos dispuestos a compartir lo que nosotros mismos hemos recibido”, dijo el Papa León. “Solo entonces podremos afirmar, con verdad y valentía, que nadie se ha quedado atrás”.

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Cindy Wooden