VARSOVIA, Polonia — Mientras sus reliquias comienzan a recorrer Estados Unidos y más de 125 años después de su muerte en un convento de clausura en Normandía, Santa Teresa de Lisieux continúa inspirando a la Iglesia. Su “caminito” de confianza y amor la ha convertido en una de las santas más populares del catolicismo moderno — y en una voz profética para un mundo a menudo enfocado en el éxito.
A menudo se la percibe como una “dulce santa de las rosas”, una figura infantil cuya santidad parecía sin esfuerzo. Sin embargo, detrás de esta imagen estaba una joven carmelita que abrazó las exigencias de la vida de clausura, soportó la oscuridad espiritual y sufrió de tuberculosis, muriendo con solo 24 años.
“No es una santa de devoción azucarada”, dijo a OSV News el padre carmelita Jan Maria Malicki. “Ella muestra que la verdadera fe madura en la oscuridad, en la entrega sin consuelo”.
El padre Malicki — comisario pontificio para la semiprovincia napolitana de los Carmelitas Descalzos y ex misionero en África, además de provincial de la orden en Polonia — habló a OSV News sobre cómo la “Pequeña Flor” sigue desafiando e inspirando a los creyentes hoy. Ella “abrazó la oscuridad y el sufrimiento, y el amor escondido”, afirmó el carmelita.
La célebre santa francesa, conocida cariñosamente por los devotos como “la Pequeña Flor”, nació como Teresa Martin y murió de tuberculosis en 1897 a los 24 años, tras nueve de vida religiosa en el convento carmelita de Lisieux. Rápidamente se convirtió en objeto de una asombrosa devoción, muy lejos de las fronteras de Francia. Fue beatificada en 1923 y canonizada en Roma el 17 de mayo de 1925 por el Papa Pío XI, quien la proclamó patrona de las misiones en 1927.
Cien años después de su muerte, en 1997, el Papa Juan Pablo II la declaró doctora de la Iglesia.
El “caminito” de Santa Teresa suele malinterpretarse como infantil o ingenuo, pero como explicó el padre Malicki, “al final de su vida entró en lo que ella llamó la ‘noche de la nada’”.
“No se trataba de una simple desolación. Compartió la noche redentora de Cristo, cargando con las dudas y la incredulidad de los pecadores sobre sus propios hombros”, dijo a OSV News, explicando que Santa Teresa se identificó con Cristo en Getsemaní y en la cruz, repitiendo su grito de abandono: “Dios mío… ¿por qué me has abandonado?”
“Su oscuridad”, dijo el padre Malicki, “fue solidaridad con los no creyentes. La fe puede ser más heroica precisamente cuando se despoja de todo apoyo y, aun así, dice ‘sí’ a Dios”.
Su ejemplo desafía las expectativas modernas de que la fe siempre consuela. “Hoy muchos esperan que la religión alivie”, señaló el padre Malicki. “Teresa nos enseña algo más profundo: la fe es confianza incluso sin sentimientos, incluso en el vacío”.
El padre Malicki subraya que la santidad de Santa Teresa se cultivó en los momentos ordinarios y a menudo inadvertidos de la vida. “Su fe fue probada no en gestos grandiosos, sino en el ritmo diario de la vida conventual”, dijo. “Fue en la obediencia, en pequeños actos de paciencia con los demás, en la silenciosa aceptación del sufrimiento donde se convirtió en modelo para todos los cristianos”.
Destacó que su cercanía con Dios estaba unida a su sensibilidad hacia quienes la rodeaban: “Incluso en su enfermedad, pensaba en los demás, ofreciendo su dolor por los sacerdotes, los misioneros y las almas alejadas de Dios. Su amor no era abstracto: era práctico, concreto y profundamente sacrificado”.
“Hoy, muchos esperan que la fe proporcione consuelo constante”, dijo el padre Malicki a OSV News.
“Teresa enseña algo más profundo: la fe madura en la oscuridad, en la entrega sin consuelo. Ella abrazó los momentos ordinarios — los pequeños deberes, las fricciones diarias, los sufrimientos ocultos — con radical fidelidad y amor. Estos son los momentos donde realmente se forma la santidad”.
Enfatizó que su “caminito” no es minimizar, sino maximizar el amor.
“Es un camino exigente, no espectacular, pero radicalmente evangélico”, afirmó. “Incluso sin salir de su convento, vivió como misionera, ofreciendo oraciones, sacrificios y su sufrimiento por la Iglesia. La santidad no se mide por hechos extraordinarios, sino por el amor y la confianza en Dios, incluso en lo que parece insignificante u oculto”.
Esta perspectiva, explicó, hace que Santa Teresa sea accesible para todos los creyentes. “Padres, trabajadores, estudiantes, enfermos, ancianos — todos pueden seguir su camino. Su genialidad fue mostrar que la vida cotidiana es el lugar de la santidad, y que la fe crece más fuerte no en la facilidad, sino en la fidelidad silenciosa”.
El mensaje de Santa Teresa también habla a una cultura obsesionada con el éxito. “Ella invirtió la lógica del mundo”, dijo el padre Malicki. “La santidad no está en hazañas extraordinarias, sino en el amor ordinario. Un pequeño gesto hecho con amor tiene un valor eterno. No necesitas ser excepcional para estar cerca de Dios. Necesitas fidelidad y amor, incluso en lo oculto”.
Aunque nunca salió de su convento, Santa Teresa anhelaba evangelizar en otros continentes. Desde su clausura, se carteaba con misioneros, ofrecía oraciones y sufrimientos por ellos, y soñaba con ser enviada a Saigón. El Papa Pío XI reconoció esta universalidad escondida al declararla patrona de las misiones en 1927. En 2025, una monja de clausura que nunca dejó Lisieux viaja por el mundo y sigue inspirando una fe renovada.
“La teología de Teresa no se estudió en aulas universitarias, sino que se vivió en la oración”, dijo el padre Malicki. “Ella nos muestra que la verdadera sabiduría no es el brillo académico, sino el fruto de la intimidad con Dios”.
También para los carmelitas su enseñanza sigue siendo una guía. “En nuestra vida comunitaria”, explicó el padre Malicki, “las mayores luchas no son actos heroicos, sino las fricciones diarias — pequeñas tensiones, paciencia, perdón, fidelidad. Teresa muestra que la santidad se construye en estas pequeñas cosas”.
El poder de Santa Teresa reside en su cotidianidad. “Ella hizo posible la santidad para todos”, dijo el padre Malicki a OSV News. “Su genialidad fue mostrar que la vida cotidiana es el lugar de la santidad”.
Katarzyna Szalajko escribe para OSV News desde Polonia.