CIUDAD DEL VATICANO -- Compartir la alegría de ser amado por Dios a pesar de las propias imperfecciones es la misión de la Iglesia Católica, afirmó el Papa León XIV.
"El centro de la misión de la Iglesia no consiste en administrar un poder sobre los demás, sino en comunicar la alegría de quien ha sido amado precisamente cuando no se lo merecía", declaró el Papa el 1 de octubre durante su audiencia general semanal en la Plaza de San Pedro.
"Es la fuerza que ha hecho nacer y crecer la comunidad cristiana: hombres y mujeres que han descubierto la belleza de volver a la vida para poder donarla a los demás", dijo.
Y como el mes de octubre está dedicado al santo rosario, el Papa León invitó a los fieles a rezarlo diariamente por la paz en nuestro mundo.
En su serie de catequesis sobre el tema del Jubileo, "Jesucristo, nuestra esperanza", el Papa León reflexionó sobre la resurrección de Cristo como fuente de la fe y la esperanza cristianas.
El Hijo de Dios no solo resucitó tras su pasión y muerte violenta, afirmó, sino que lo hizo con humildad y amor.
"De hecho, la resurrección de Jesús no es un triunfo estruendoso, no es una venganza o una revancha contra sus enemigos", afirmó. "Es el testimonio maravilloso de cómo el amor es capaz de levantarse después de una gran derrota para proseguir su imparable camino".
"Cuando nos recuperamos de un trauma causado por los demás, a menudo la primera reacción es la rabia, el deseo de hacer pagar a alguien lo que hemos sufrido", dijo el Papa León.
En cambio, Jesús "no se toma ninguna venganza. No regresa con gestos de potencia, sino que manifiesta con mansedumbre la alegría de un amor más grande que cualquier herida y más fuerte que cualquier traición".
Cristo Resucitado se aparece a sus discípulos, quienes lo habían negado y abandonado y estaban reunidos con miedo en el Cenáculo, dijo el Papa. Los saluda con un simple "¡La paz esté con ustedes!".
Luego, Jesús les muestra las llagas de su pasión, dijo el Papa León, pero no lo hace para avergonzarlos ni incomodarlos, sino para demostrarles que está "plenamente reconciliado con todo lo que ha sufrido".
"No guarda ningún rencor. Las heridas no sirven para reprender, sino para confirmar un amor más fuerte que cualquier infidelidad. Son la prueba de que, precisamente en el momento en que hemos fallado, Dios no se ha echado atrás. No ha renunciado a nosotros", dijo.
"Su amor no humilla; es la paz de quien ha sufrido por amor y ahora finalmente puede afirmar que ha valido la pena".
A menudo, las personas ocultan sus heridas "por orgullo o por el temor de parecer débiles", dijo. Y pueden decir "No importa" o "ya ha pasado todo", aunque "no estamos realmente en paz con las traiciones que nos han herido".
Jesús, sin embargo, "ofrece sus llagas como garantía de perdón. Y muestra que la resurrección no es la cancelación del pasado, sino su transfiguración en una esperanza de misericordia", dijo.
Jesús confía entonces a los apóstoles "una tarea que no es tanto un poder como una responsabilidad: ser instrumentos de reconciliación en el mundo", dijo. Es "como si dijese: '¿Quién podrá anunciar el Rostro misericordioso del Padre sino vosotros, que habéis experimentado el fracaso y el perdón?'".
Jesús les da el don del Espíritu Santo, que "lo ha sostenido en la obediencia al Padre y en el amor hasta la cruz", dijo el Santo Padre. "Desde ese momento, los apóstoles ya no podrán callar lo que han visto y oído: que Dios perdona, levanta, restaura la confianza".
"Queridos hermanos y hermanas, también nosotros somos enviados", dijo. "El Señor también nos enseña sus heridas y dice: Paz a vosotros. No tengáis miedo de mostrar vuestras heridas sanadas por la misericordia. No temáis aproximaros a quien está encerrado en el miedo o en el sentimiento de culpa".
"Que el soplo del Espíritu nos haga también a nosotros testigos de esta paz y de este amor más fuertes que toda derrota", dijo.
Al saludar a los peregrinos de lengua árabe, especialmente a los procedentes del Líbano y de Tierra Santa, el Papa León dijo que todo cristiano "está llamado a ser testigo de que el amor y el perdón son más grandes que toda herida y más fuertes que toda injusticia".