CIUDAD DEL VATICANO -- El Papa León XIV rezó para que los líderes de las naciones usaran el dinero y los recursos para promover el bien común, en lugar de usar la riqueza contra la humanidad, "convirtiéndola en armas que destruyen a los pueblos o en monopolios que humillan a los trabajadores".
"Quien sirve a Dios se hace libre de la riqueza, pero quien sirve a la riqueza queda esclavo de ella", dijo el Papa el 21 de septiembre en su homilía en la iglesia parroquial de Santa Ana, en el Vaticano.
"Quien busca la justicia transforma la riqueza en bien común", dijo el Papa, y "quien busca el dominio convierte el bien común en la presa de su propia codicia".
La lectura del Evangelio de ese día fue la parábola de Jesús sobre el administrador deshonesto, de Lucas 16,1-13. Termina con Jesús diciendo: "No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero".
Tanto en la Misa matutina celebrada en la pequeña iglesia situada justo dentro de la Ciudad del Vaticano como en su discurso del Ángelus al mediodía ante miles de peregrinos y visitantes en la plaza de San Pedro, el Papa León instó a los católicos a reflexionar sobre su relación con el dinero y los bienes materiales.
También aprovechó su discurso del Ángelus para agradecer a las organizaciones católicas que organizan vigilias de oración por la paz y recaudan fondos para la ayuda humanitaria a Gaza.
"Aprecio su iniciativa y muchas otras que en toda la Iglesia expresan cercanía a los hermanos y hermanas que sufren en esa tierra martirizada", dijo el Papa León. "Con ustedes y con los pastores de las Iglesias de Tierra Santa repito: no hay futuro basado en la violencia, en el exilio forzado, en la venganza. Los pueblos necesitan paz: quien los ama de verdad, trabaja por la paz".
Un grupo de personas en la plaza sostenía una colorida pancarta que decía, en italiano, "Paz para Gaza". El llamado del Papa al fin de la violencia fue recibido con aplausos.
En la Misa celebrada previamente en la iglesia de Santa Ana, atendida por sus hermanos agustinos, el Papa oró para que los feligreses "perseveraran con esperanza en un tiempo gravemente amenazado por la guerra".
"Pueblos enteros son hoy aplastados por la violencia y aún más por un descarado desinterés que los abandona a un destino de miseria", dijo el Papa a los feligreses. "Ante estas tragedias, no queremos ser pasivos, sino anunciar con la palabra y con las obras que Jesús es el Salvador del mundo, quien nos libra de todo mal".
El Papa León XVI oró para que el Espíritu Santo convirtiera los corazones "para que, alimentados por la Eucaristía, supremo tesoro de la Iglesia, podamos convertirnos en testigos de la caridad y la paz".
Más tarde, en su discurso del Ángelus, el Papa dijo que la parábola de Jesús "nos invita a preguntarnos: ¿cómo estamos administrando los bienes materiales, los recursos de la tierra y la vida que Dios nos ha dado?".
Cada persona debe tomar una decisión, dijo. "Podemos seguir el criterio del egoísmo, poniendo la riqueza en primer lugar y pensando sólo en nosotros mismos; pero esto nos aísla de los demás y esparce el veneno de una competición que a menudo provoca conflictos".
Por otra parte, dijo, "podemos reconocer que hemos de administrar todo lo que tenemos como don de Dios, y usarlo como instrumento para compartir, para crear redes de amistad y solidaridad, para edificar el bien, para construir un mundo más justo, más equitativo y más fraterno".