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CIUDAD DEL VATICANO -- Los cristianos comprometidos con el ejercicio de la justicia en nombre de una nación o de la Iglesia católica deben esforzarse por respetar plenamente la ley, la dignidad de la persona y la necesidad de reconciliación y perdón, dijo el Papa León XIV.

Bajo un sol muy cálido al mediodía del 20 de septiembre, el pontífice saludó a miles de participantes en el Jubileo de los Trabajadores por la Justicia. El juez de la Corte Suprema de los Estados Unidos Samuel A. Alito Jr. y jueces, abogados, funcionarios judiciales, canonistas y profesores de derecho de unos 100 países asistieron al evento.

El Papa León centró sus comentarios en la bienaventuranza: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados".

"Tener 'hambre y sed' de justicia significa ser consciente de que exige el esfuerzo personal de interpretar la ley de la manera más humana posible", dijo el Papa. "Pero también pide aspirar a una 'saciedad' que solo puede cumplirse en una justicia mayor, que trasciende las situaciones particulares".

No se puede decir que una nación es justa solo porque se aplican las leyes y se siguen los procedimientos, afirmó. Y tampoco basta con defender la máxima de "dar a cada uno lo que es suyo".

De hecho, según el Papa León, la verdadera justicia une la dignidad de la persona, su relación con los demás y las estructuras y normas compartidas que tienen por objeto promover el bien común, incluido el del delincuente.

Las historias bíblicas de la viuda persistente, el hijo pródigo y los trabajadores a los que se les paga lo mismo aunque trabajen diferentes cantidades de tiempo, dijo, demuestran que "es la fuerza del perdón, propia del mandamiento del amor, la que aparece como elemento constitutivo de una justicia capaz de unir lo sobrenatural con lo humano".

"La justicia evangélica, entonces, no aparta de la justicia humana, sino que la interroga y transforma: la impulsa a ir siempre más allá, porque la orienta hacia la búsqueda de la reconciliación", dijo el Papa.

"El mal no sólo debe sancionarse, sino también repararse, y para ello es necesaria una mirada profunda hacia el bien de las personas y el bien común", dijo el Papa León. "Es una tarea difícil, pero no imposible para quien, consciente de desempeñar un servicio más exigente que otros, se compromete a mantener una vida intachable".

La justicia, dijo, no solo asume la igual dignidad de la persona llevada ante un tribunal, por ejemplo. Más bien se esfuerza por promover esa igualdad en la dignidad.

"La igualdad real no es la meramente formal ante la ley", dijo el Papa. "Esta igualdad, aunque indispensable para el correcto ejercicio de la justicia, no elimina el hecho de que existen crecientes discriminaciones cuyo primer efecto es precisamente la falta de acceso a la justicia".

El Papa León pidió a los jueces y abogados que consideren este jubileo como una oportunidad de "reflexionar sobre un aspecto de la justicia que muchas veces no se aborda lo suficiente: la realidad de tantos países y pueblos que tienen 'hambre y sed de justicia', porque sus condiciones de vida son tan injustas e inhumanas que resultan inaceptables".

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Cindy Wooden