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El arzobispo Gómez celebró una Misa con unos 300 peregrinos en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en Ciudad de México, México, el 5 de julio. (Arquidiócesis de Los Ángeles)
El arzobispo José H. Gomez pidió una reforma migratoria federal “que responda a la realidad de nuestro país” durante un panel en Washington, D.C., con otros líderes católicos estadounidenses, en el contexto de las redadas migratorias federales de este verano.
“Lo más importante es ayudar a las personas a comprender la dignidad de la persona humana. La deportación no es una política migratoria”, dijo el arzobispo Gómez en el evento transmitido en vivo el 11 de septiembre, organizado por la Iniciativa sobre el Pensamiento Social Católico y la Vida Pública de la Universidad de Georgetown.
“Realmente necesitamos encontrar una manera de tener una reforma migratoria que responda a la realidad de nuestro país”.
Bajo el título “Deportaciones y ataques a la dignidad humana: principios católicos, costos humanos y desafíos pastorales”, el arzobispo y otros siete panelistas pasaron casi dos horas discutiendo las consecuencias del enfoque de “solo aplicación” de la administración Trump hacia la inmigración y la necesidad de una “conversión” para los estadounidenses que han olvidado la herencia inmigrante del país.
“Es cierto que necesitamos proteger nuestras fronteras”, dijo el arzobispo Gómez, quien participó a través de Zoom. “Pero al mismo tiempo, la inmigración ha sido parte de la historia de Estados Unidos desde el principio. Esa es la realidad que debemos reconocer para encontrar una solución en este momento”.
En sus comentarios, el arzobispo Gómez habló sobre los distintos esfuerzos de la Arquidiócesis de Los Ángeles para responder al miedo generado por las redadas migratorias en escuelas y parroquias, donde sacerdotes han reportado que “al menos el 30 % de las personas que asistían a Misa ya no vienen”.
El arzobispo dijo que esos esfuerzos han incluido ayuda legal para personas detenidas —a veces injustamente—, bancos de alimentos y campañas de donación para las familias afectadas, así como el programa de Asistencia Familiar creado para apoyar a familias que enfrentan dificultades tras la deportación de su principal sustento.
Otros panelistas incluyeron al obispo de El Paso, Mark Seitz, presidente del comité de inmigración de los obispos estadounidenses, y a la hermana Norma Pimentel, directora ejecutiva de Caridades Católicas del Valle del Río Grande.

El obispo auxiliar Evelio Menjivar-Ayala de Washington habla durante la mesa redonda titulada "Deportaciones y ataques a la dignidad humana: principios católicos, costos humanos y desafíos pastorales", en la Universidad de Georgetown en Washington, el 11 de septiembre de 2025. También aparece en la imagen la hermana Norma Pimentel, miembro de las Misioneras de Jesús y directora ejecutiva de Caridades Católicas del Valle del Río Grande, en la Diócesis de Brownsville, Texas. (Foto de OSV News/Rafael Suanes, cortesía de la Universidad de Georgetown)
Uno de los panelistas, el obispo auxiliar Evelio Menjivar de Washington, D.C., comparó el ambiente de miedo actual con el vivido durante la guerra civil en su natal El Salvador, causado ahora por el aumento en la aplicación de leyes migratorias de la administración Trump, incluidas redadas en aceras y estacionamientos, que muchos —incluido un juez federal— califican de perfilamiento racial.
“Cuando secuestraban a alguien, cuando los escuadrones de la muerte se los llevaban, cuando desaparecían por culpa de la guerrilla, la gente solía decir: ‘Se lo llevaron’”, recordó Menjivar, quien huyó de la guerra siendo adolescente y emigró ilegalmente a Estados Unidos en 1990.
“Ese es el nivel de terror que la gente está sintiendo”, incluso los hijos de inmigrantes, señaló.
Ashley Feasley, experta legal residente en la Iniciativa de Ley y Política Migratoria de la Facultad de Derecho Columbus de la Universidad Católica de América, destacó que hay apoyo bipartidista para mantener restricciones de larga data que impiden a agentes de ICE realizar arrestos en lugares considerados sensibles, como iglesias, escuelas y hospitales.
Pero cuando la administración Trump intentó modificar esa política, lo hizo por una que es “menos clara”.
“Creo que este es un ámbito, especialmente si la administración Trump habla de libertad religiosa, en el que sería muy valioso conversar con los obispos sobre, ya saben, ¿cuál es esta política?”, dijo Feasley. “¿Qué se puede hacer, especialmente en lo que respecta a los lugares de culto y el acceso a… los sacramentos?”
“Creo que hay personas con poder de decisión que entenderían el tema desde esa perspectiva”, afirmó.
Otra panelista, Nichole Flores, profesora asociada de estudios religiosos en la Universidad de Virginia, quien estudia la relación entre el catolicismo y la democracia, dijo que los principios que “guían nuestra reflexión sobre la inmigración son tres: primero, que los seres humanos tienen derecho a migrar; segundo, que países como Estados Unidos tienen el derecho e incluso el deber de regular sus fronteras”.
“Pero un tercer principio nos permite mantener unidos esos dos que a algunos les parecen contradictorios: que el trabajo de aplicación de las leyes migratorias debe estar guiado por la justicia y la misericordia”, dijo Flores, autora de The Aesthetics of Solidarity: Our Lady of Guadalupe and American Democracy (“La estética de la solidaridad: Nuestra Señora de Guadalupe y la democracia estadounidense”).

El arzobispo José H. Gomez habla por Zoom durante la mesa redonda titulada "Deportaciones y ataques a la dignidad humana: principios católicos, costos humanos y desafíos pastorales", en la Universidad de Georgetown en Washington, el 11 de septiembre de 2025. (Captura de pantalla)
El arzobispo Thomas Wenski de Miami habló sobre sus esfuerzos por convencer a las autoridades del nuevo centro de detención federal en los Everglades de Florida, conocido como “Alcatraz del caimán”, para permitir que sacerdotes católicos celebren Misa con los detenidos.
Permitir que los detenidos puedan rezar, incluso si no permanecen en el centro más que unas semanas, dijo Wenski, es una cuestión de dignidad humana, incluso para personas que se encuentran en “una situación profundamente deshumanizante”.
“Es una manera de decirles que no están solos, que no han sido olvidados”, dijo Wenski. “Y más importante aún, de decirles que Dios está con ellos”.
Wenski reconoció que la gran mayoría de los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos están aquí “precisamente porque se los necesita” en sectores como la agricultura, la salud y los servicios. Debido a la falta de una reforma migratoria, estas personas están “siendo quebradas por la ley, más que quebrando la ley”, afirmó.
“Queremos tener la economía más grande de la historia”, dijo Wenski. “Pero no vamos a lograrlo sin tener en cuenta la participación de los inmigrantes en la fuerza laboral”.
En sus comentarios finales, el arzobispo Gómez expresó una nota de esperanza sobre la posibilidad de un cambio migratorio significativo, a pesar de la situación actual.
“Creo que vamos a tener una reforma migratoria muy pronto”, dijo el arzobispo Gómez. “Sigamos trabajando por eso. Esa es mi oración y mi sueño”.
Kate Scanlon, de OSV News, contribuyó a este informe.