CIUDAD DEL VATICANO — Cada año, miles de peregrinos católicos visitan la ciudad italiana de Asís para venerar las tumbas de algunos santos muy conocidos, como san Francisco, santa Clara y, más recientemente, san Carlo Acutis, un joven italiano apasionado de la informática, conocido por su santidad, que murió de leucemia en 2006 a los 15 años.
Pero durante una parada en la ciudad medieval el pasado 5 de septiembre, 50 peregrinos de Los Ángeles descubrieron que no estaban allí solo para visitar a los santos.
Estaban llevando uno de regreso a casa.
"La providencia de Dios siempre nos sorprende", dijo el padre Miguel Ángel Ruiz, el sacerdote angelino que lideró los esfuerzos para conseguir una reliquia de primer grado del cabello de Acutis, que será instalada de forma permanente en su parroquia, Nuestra Señora del Rosario de Talpa, en Boyle Heights.
La reliquia fue entregada oficialmente a Ruiz al final de una Misa para el grupo angelino en la iglesia de Santa María la Mayor de Asís, donde descansan los restos de Acutis desde 2019. Dos días después, los peregrinos estaban en la Plaza de San Pedro en Roma para la Misa de canonización de Acutis y de otro joven italiano, Pier Giorgio Frassati, que vivió a inicios del siglo XX.

El obispo auxiliar Matt Elshoff, OFM, Cap., camina con los peregrinos de Los Ángeles hacia la iglesia de Santa María la Mayor de Asís el 5 de septiembre de 2025. A la izquierda se encuentra el padre Miguel Ángel Ruiz. (Isabel Cacho/Arquidiócesis de Los Ángeles)
¿Cómo lo logró Ruiz?
"Primero, con mucha oración", dijo Ruiz a Angelus. "Y segundo, con muchos correos electrónicos".
Cuando llegó por primera vez a Talpa hace dos años, Ruiz —quien nació en 1991, el mismo año que Acutis— empezó a pensar en formas de motivar a los jóvenes de su parroquia. Cuando surgió la idea de conseguir una reliquia de Acutis, le dijeron que era imposible. Pero Ruiz no estaba dispuesto a rendirse.
"Dije: voy a hacer todo lo que me corresponde: enviar los correos que tenga que enviar, rezar lo que tenga que rezar, y dejar que el Señor se encargue del resto", relató Ruiz, originario de México.
Esos correos lo conectaron con monseñor Anthony Figueiredo, un sacerdote británico que vive en Asís y promueve la devoción al santo millennial en todo el mundo. Tras varios rechazos, Ruiz finalmente obtuvo un "sí" este año. Pero, debido a un problema administrativo, le pidieron esperar hasta que Acutis fuera declarado oficialmente santo para retirar la reliquia. La muerte del papa Francisco a inicios de este año pospuso la canonización de abril a septiembre.
En Asís, el obispo auxiliar Matt Elshoff —capuchino franciscano— presidió la Misa en la tumba de Acutis. Después, Figueiredo reconoció que fue el fervor de Ruiz lo que ayudó a convencer a las autoridades de Asís para conceder la reliquia. En octubre, Figueiredo viajará con un trozo del pericardio de Acutis (la membrana que protege el corazón) a dos parroquias de la Arquidiócesis de Los Ángeles: Santa Mónica en Santa Mónica y Santo Tomás Apóstol en el vecindario de Pico-Union.
Durante la homilía, Figueiredo explicó que, así como el pericardio protege el órgano más importante del cuerpo, Acutis se apoyó en cinco prácticas que funcionaron como un “pericardio espiritual”: la Misa diaria, la confesión y dirección espiritual frecuentes, la adoración eucarística, la devoción a la Virgen María y las obras de caridad.
"Carlo desarrolló un ‘saco de boxeo espiritual’ para defender lo más importante de su vida: permanecer siempre unido a Jesús", dijo Figueiredo.
La reliquia de Acutis en Talpa no es la única en Los Ángeles. El 7 de septiembre, día de la canonización, el arzobispo José H. Gomez dedicó una "Capilla de los Jóvenes Testigos" en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles, con reliquias de Acutis, santa María Goretti y san José Sánchez del Río para su veneración.
El cabello de Acutis será colocado en un relicario permanente en Talpa el 19 de septiembre, cuando el obispo auxiliar Brian Nunes visite la parroquia para la instalación oficial de Ruiz como párroco. Ruiz espera que su presencia no solo entusiasme a los feligreses actuales, sino que también atraiga a quienes se han alejado de la fe.
"Es un recordatorio de que todos estamos llamados a la santidad, no solo los sacerdotes y religiosos, sino todos", dijo Ruiz sobre la reliquia, que será exhibida junto a otra de primer grado de la beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, religiosa mexicana fundadora de una rama de hermanas clarisas.

Un peregrino de Los Ángeles reza ante los restos de San Carlo Acutis en Asís. (Isabel Cacho/Arquidiócesis de Los Ángeles)
Aunque los peregrinos también tuvieron oportunidad de rezar ante las tumbas de san Francisco y santa Clara, coincidieron en que la historia de vida de Acutis les dio esperanza para afrontar los sufrimientos cotidianos.
"Seguir adelante, aunque la vida sea difícil", respondió Evelyn Moreira Gomez, de la parroquia de Santa Inés, cerca del centro de Los Ángeles, al preguntarle qué mensaje se llevaba de Asís.
Moreira estaba rezando en la peregrinación por su tía, que espera un doble trasplante de órganos, incluido el corazón. Por eso se conmovió cuando Figueiredo mostró el relicario con el pericardio de Acutis al final de la Misa.
"Al final, Dios sabe lo que va a pasar", dijo Moreira. "Esa fe me la voy a llevar de vuelta para compartirla con ella".
Charles Engel, de 55 años, de la parroquia San Ignacio en Highland Park, hizo la peregrinación con su madre Patricia, de 89. Dijo que orar en la tumba de Acutis lo hizo reflexionar sobre los años en los que estuvo alejado de la fe después de haber sido monaguillo en su infancia. Atribuye el nacimiento de su hija y las oraciones de su madre a su regreso a la Iglesia.
"Debí haberlo hecho cuando era joven", dijo Engel sobre el viaje. "Lo estoy haciendo tarde, pero nunca es demasiado tarde".
Después de la Misa en Santa María la Mayor, los peregrinos pudieron orar frente al cuerpo del santo millennial, conservado en una urna de cristal, vestido con jeans, zapatillas y una chaqueta deportiva. Para Ruiz, la visita fue una oportunidad para dar gracias por un regalo que alguna vez pareció imposible.
"Estoy muy agradecido con Dios, y con todos los que oraron por esto", dijo Ruiz. "Es a través de la oración que el Señor sigue sorprendiéndonos y bendiciéndonos".