CIUDAD DEL VATICANO -- El amor y el perdón de Jesús no niegan la verdad del dolor y la traición, pero impiden que el mal tenga la última palabra, afirmó el Papa León XIV.
"Perdonar no significa negar el mal, sino impedir que genere más mal", afirmó el Papa el 20 de agosto en su audiencia general en la sala Pablo VI del Vaticano.
"No es decir que no haya pasado nada, sino hacer todo lo posible para que no sea el rencor el que determine el futuro", afirmó.
Continuando con su serie de catequesis sobre los últimos días de Jesús, el Papa se centró específicamente en "uno de los gestos más conmovedores y luminosos del Evangelio", cuando Jesús ofrece un trozo de pan a Judas durante la Última Cena, sabiendo perfectamente que su discípulo está a punto de traicionarlo.
"No es solo un gesto de compartir, es mucho más: es el último intento del amor por no rendirse", dijo el Papa León.
"La clave para comprender el corazón de Cristo", dijo, es darse cuenta de que su amor "no cesa ante el rechazo, la decepción, ni siquiera la ingratitud".
"Su amor es más fuerte que el odio", dijo el Santo Padre.
El Papa dijo que Jesús reconoce que "su amor tendrá que pasar por la herida más dolorosa, la de la traición. Y en lugar de retirarse, acusar, defenderse... sigue amando: lava los pies, moja el pan y lo ofrece" a todos sus discípulos, incluido Judas.
Jesús no ignora lo que está sucediendo, dijo. Más bien, ha comprendido "que la libertad del otro, incluso cuando se extravía en el mal, todavía puede alcanzarse con la luz de un gesto manso. Porque sabe que el verdadero perdón no espera el arrepentimiento, sino que se ofrece primero, como un don gratuito, incluso antes de ser acogido".
Judas acepta el bocado de pan, pero no comprende su significado, y "Satanás entró en él", dijo el Papa. "Ese bocado es nuestra salvación: porque nos dice que Dios lo hace todo, absolutamente todo, para llegar a nosotros, incluso en el momento en que lo rechazamos".
"Jesús, con el sencillo gesto de ofrecer el pan, muestra que toda traición puede convertirse en una oportunidad de salvación si se elige como espacio para un amor más grande", dijo. "No cede ante el mal, sino que lo vence con el bien, impidiendo que apague lo más verdadero en nosotros: la capacidad de amar".
"El amor de Jesús no niega la verdad del dolor, pero no permite que el mal tenga la última palabra", dijo. "Este es el misterio que Jesús realiza por nosotros, en el que también nosotros, a veces, estamos llamados a participar".
"Nosotros también vivimos noches dolorosas y agotadoras", como cuando hay decepción o cuando "alguien nos ha herido o traicionado", dijo el Papa. "En esos momentos, la tentación es cerrarnos, protegernos, devolver el golpe".
"Pero el Señor nos muestra la esperanza de que siempre hay otro camino", dijo, y que se puede "responder con el silencio de la confianza. Y que se puede seguir adelante con dignidad, sin renunciar al amor".
"Hoy pedimos la gracia de saber perdonar", dijo. "Como nos enseña Jesús, amar significa dejar al otro libre --incluso para traicionar-- sin dejar nunca de creer que incluso esa libertad, herida y perdida, puede ser arrancada del engaño de las tinieblas y devuelta a la luz del bien".
"Aunque el otro no lo acoja, aunque parezca vano, el perdón libera a quien lo ofrece: disuelve el resentimiento, devuelve la paz, nos devuelve a nosotros mismos", afirmó.
El Papa León pasó casi una hora y media saludando a los visitantes y peregrinos en la sala de audiencias, entre los que se encontraban invitados especiales, equipos deportivos, recién casados y enfermos. Saludó a varias familias con niños pequeños, cogió en brazos a sus recién nacidos y posó para una foto familiar.
A continuación, se dirigió a la Basílica de San Pedro para saludar a quienes no cabían en la gran sala de audiencias y bendijo a las personas que esperaban en la zona de aparcamiento fuera de la sala. Debido a las altas temperaturas exteriores, la audiencia general de esta semana se celebró en dos partes, en la sala y en la basílica, para que la gente no tuviera que estar bajo el sol abrasador.
El Papa saludó a los fieles en la basílica en inglés, español e italiano y les recordó el tema del perdón en su catequesis principal.
"Aprendamos todos a perdonar", dijo en inglés. "Porque perdonarnos unos a otros es construir un puente de paz. Y debemos rezar por la paz, tan necesaria en nuestro mundo actual, una paz que solo Jesucristo puede darnos".