JERUSALÉN — En medio de la destrucción que presenciaron durante su visita pastoral a Gaza del 18 al 20 de julio, tras el bombardeo israelí al complejo de la parroquia de la Sagrada Familia que dejó tres muertos y diez heridos, el cardenal Pierbattista Pizzaballa y el patriarca ortodoxo griego Teófilo III dijeron haber encontrado algo más duradero: “la dignidad del espíritu humano”.
“Nos encontramos con algo más profundo que la destrucción: la dignidad del espíritu humano que se niega a extinguirse. Vimos madres cocinando para otros, enfermeras curando con delicadeza, y personas de todas las religiones orando al Dios que ve y nunca olvida”, dijo el cardenal Pizzaballa, leyendo una declaración preparada.
“Cristo no está ausente de Gaza. Está allí: crucificado en los heridos, sepultado bajo los escombros y, sin embargo, presente en cada acto de misericordia, en cada vela encendida en la oscuridad, en cada mano extendida al que sufre”.
Los patriarcas describieron la gran cantidad de “personas hambrientas y con aspecto famélico” que vieron varadas a lo largo de las carreteras y las largas filas esperando comida mientras se dirigían al complejo parroquial.
Los precios en el mercado negro —como 100 dólares por un kilo de tomates— han hecho que la alimentación básica sea inasequible, lo que empeora las condiciones de salud, especialmente entre ancianos y niños. “Esto realmente duele en el corazón”, dijo el cardenal Pizzaballa.
En su declaración leída añadió: “Lo hemos visto: hombres resistiendo bajo el sol durante horas con la esperanza de una comida sencilla. Esta es una humillación difícil de soportar cuando se la ve con los propios ojos. Es moralmente inaceptable e injustificable”.
El patriarca Teófilo calificó la escena como “muy triste”.
“Nos encontramos con un pueblo aplastado por el peso de la guerra, pero que lleva dentro de sí la imagen de Dios. Entre los muros derrumbados de la Iglesia de la Sagrada Familia y los corazones heridos de sus fieles, fuimos testigos tanto de un profundo dolor como de una esperanza inquebrantable”, dijo el patriarca Teófilo, también leyendo su declaración.
Emitió un llamado moral a los líderes y comunidades del mundo, advirtiendo que guardar silencio ante el sufrimiento humano equivale a una “traición de la conciencia”. Dirigió palabras de solidaridad a los “niños de Gaza”, asegurándoles que la Iglesia está con ellos en su dolor.
Dirigiéndose a quienes ostentan autoridad, invocó un llamado a la paz, recordando la enseñanza bíblica: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios”.
Dijo que, tras regresar de Gaza, mantuvieron una “reunión muy interesante” con el embajador estadounidense en Israel, Mike Huckabee, para hablar sobre la situación en Gaza y el aumento de ataques de colonos en Cisjordania, incluido el pueblo de Taybeh, que los patriarcas visitaron como gesto de solidaridad el 14 de julio.
Durante la conferencia de prensa, el cardenal Pizzaballa instó al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y a otros líderes mundiales a “actuar con decisión y asumir un papel importante para detener esta devastación” y poner fin a la guerra, que ya lleva 22 meses.
La guerra en Gaza estalló tras el ataque de Hamas el 7 de octubre de 2023 contra comunidades del sur de Israel, en el que murieron 1,200 personas y otras 250 fueron tomadas como rehenes. Cincuenta personas siguen en cautiverio, con unas 20 que se cree aún están con vida —algunas, según relatan rehenes liberados, encadenadas en túneles subterráneos.
El cardenal Pizzaballa describió una Gaza prácticamente destruida, incluso más que durante su última visita a la parroquia de la Sagrada Familia poco antes de Navidad. Dijo que, al visitar el barrio donde se encuentra la escuela de las Hermanas del Rosario, prácticamente no pudo reconocer la zona debido a los estragos.
Confirmó que, aunque se emitieron advertencias de evacuación, Israel sabía que quienes estaban en el complejo de la Sagrada Familia no saldrían. Unas 400 personas permanecen allí, y alrededor de 160 están refugiadas en el complejo de la iglesia ortodoxa griega de San Porfirio, aclaró.
El cardenal también desmintió informes de la cuenta del ministro de Asuntos Exteriores de Italia, Antonio Tajani, en la red social X, que indicaban que los patriarcas habían ingresado a Gaza con 500 toneladas de ayuda. Si bien ya obtuvieron autorización de Israel, todavía están coordinando la logística con socios locales debido a las complejas condiciones. Agregó que necesitan tiempo para organizar la entrega, a fin de evitar repetir lo que está ocurriendo con otras distribuciones de ayuda —sin mencionar nombres específicos.
La Fundación Humanitaria Gaza Israel-EE.UU. ha recibido fuertes críticas después de que más de 1,000 palestinos murieran supuestamente en puntos de distribución de ayuda. Aunque Israel ha sido señalado como responsable, afirma que fueron milicianos de Hamas quienes dispararon contra la multitud para recuperar el control de la distribución.
“La ayuda humanitaria no solo es necesaria: es una cuestión de vida o muerte. Negarla no es un retraso, es una condena. Cada hora sin comida, agua, medicinas ni refugio causa un daño profundo”, declaró el cardenal Pizzaballa.
Subrayó que su misión sirve a todos los gazatíes, sin distinción, señalando que sitios eclesiales como San Porfirio, el complejo de la Sagrada Familia, el hospital bautista Al-Ahli y Caritas están abiertos a todos —“cristianos, musulmanes, creyentes, escépticos, refugiados, niños”.
Visiblemente conmovido, el patriarca relató la escena de un padre de seis hijos que estaba junto a la cama del único que le quedaba con vida.
“Hoy alzamos la voz con un llamado a los líderes de esta región y del mundo: no puede haber futuro basado en el cautiverio, el desplazamiento de los palestinos o la venganza. Debe encontrarse un camino que restaure la vida, la dignidad y la humanidad perdida”, afirmó.
“Es hora de poner fin a este sinsentido, terminar la guerra y colocar el bien común de las personas como la máxima prioridad. Oramos —y pedimos— por la liberación de todos los privados de libertad, por el regreso de los desaparecidos, de los rehenes, y por la sanación de las familias que han sufrido durante tanto tiempo en ambos lados”.
Una escena que levantó su ánimo, dijo, fue ver a niños jugando pese a la devastación y los bombardeos.
“Los niños eran capaces de disfrutar las pequeñas cosas, ignorando las explosiones a su alrededor”, dijo.
“El edificio temblaba, pero ellos seguían jugando. Se podía ver cuán inocentes son. Ellos representan nuestra humanidad, algo de nuestra humanidad que sigue vivo gracias a ellos”.
El cardenal Pizzaballa agradeció a los cristianos del mundo por acompañarlos a ellos y al pueblo de Gaza, enfatizando que no están en contra de Israel ni del pueblo israelí.
“Creo que es importante decir que estamos denunciando lo que está ocurriendo en Gaza, pero también debemos reconocer la solidaridad de muchos dentro de la sociedad israelí. Gracias a ellos también pudimos hacer lo que hicimos para entregar todo”, afirmó. “Así que no estamos contra Israel, no estamos contra el pueblo israelí, pero debemos decir con franqueza y claridad que esta política del gobierno israelí en Gaza es inaceptable y moralmente no podemos justificarla... Y el futuro aquí es juntos. Por eso debemos encontrar un lenguaje... y usar palabras que no nieguen la existencia del otro”.
Al final de la conferencia, se puso de pie Abu-El-Walid Dajani, octogenario miembro de una de las familias musulmanas más antiguas de Jerusalén y propietario del emblemático Hotel Imperial. Se dirigió a los patriarcas para expresar su “más profundo agradecimiento” en nombre de “muchas personas del mundo” por su “valentía y reflexión”.
“Estamos buscando una mejor opción, una vida mejor en Gaza, y esperamos que algún día la paz prevalezca en Tierra Santa”, dijo.
Judith Sudilovsky escribe para OSV Noticias desde Jerusalén.