CIUDAD DEL VATICANO -- En un mundo marcado por las guerras y donde la gente está desconectada y adormecida por la indiferencia, el Papa León XIV rezó para que el Espíritu Santo abra las fronteras, derribe los muros y disuelva el odio para que todos puedan vivir como hijos de una única familia humana.
"El Espíritu rompe las fronteras y abate los muros de la indiferencia y del odio" porque enseña, alienta e imprime en nuestros corazones que "el mandamiento del amor, que el Señor ha puesto en el centro y en la cima de todo", dijo.
"Donde hay amor no hay espacio para los prejuicios, para las distancias de ‘seguridad’ que nos alejan del prójimo, para la lógica de la exclusión que vemos surgir desgraciadamente también en los nacionalismos políticos", dijo el Papa León en su homilía de la Misa de Pentecostés en la Plaza de San Pedro el 8 de junio.
El Papa también se pronunció contra "la voluntad de dominar" que intoxica a alguien en una relación y la violencia en las relaciones, así como contra "los numerosos y recientes casos de feminicidio" en Italia.
Hasta el 7 de junio, según reportes periodísticos, tres mujeres habían sido asesinadas en 48 horas por su marido o compañero. Al menos 22 mujeres han sido asesinadas desde principios de año, 10 de ellas a manos de su pareja o ex pareja, según informó el 6 de junio el diario La Stampa. Una media de 100 mujeres fueron asesinadas entre 2022 y 2024 en casos de homicidio voluntario en los que estaban implicados miembros de la familia, según el gobierno italiano, y una media de 62 mujeres fueron asesinadas por su pareja o ex pareja cada año durante el mismo periodo de tiempo.
"El Espíritu Santo, en cambio, hace madurar en nosotros los frutos que ayudan a vivir relaciones auténticas y sanas", dijo el Papa León.
En su homilía, el Papa reflexionó sobre el don del Espíritu Santo de abrir fronteras, basándose en una imagen de Pentecostés descrita por el Papa Benedicto XVI en su homilía de la fiesta en 2005.
"El Espíritu abre las fronteras, ante todo, dentro de nosotros", y esta apertura se extiende en las relaciones con los demás y, por último, entre los pueblos, dijo el Papa León.
"Él es el don que abre nuestra vida al amor" disolviendo así "nuestras durezas, nuestras cerrazones, los egoísmos, los miedos que nos paralizan, los narcisismos que nos hacen girar sólo en torno a nosotros mismos", dijo el Papa.
"El Espíritu Santo viene a desafiar, en nuestro interior, el riesgo de una vida que se atrofia, absorbida por el individualismo", dijo. "Es triste observar como en un mundo donde se multiplican las ocasiones para socializar, corremos el riesgo de estar paradójicamente más solos, siempre conectados y sin embargo incapaces de ‘establecer vínculos’, siempre inmersos en la multitud, pero restando viajeros desorientados y solitarios".
El Espíritu "nos abre al encuentro con nosotros mismos, más allá de las máscaras que llevamos puestas; nos conduce al encuentro con el Señor enseñándonos a experimentar su alegría" y a que la propia vida se convierta en un lugar "hospitalario".
El Espíritu Santo "expande las fronteras de nuestras relaciones con los demás y nos abre a la alegría de la fraternidad" que es "un criterio decisivo también para la Iglesia", dijo.
Para ser verdaderamente una Iglesia del Señor, dijo, no debe haber "ni fronteras ni divisiones, si en la Iglesia sabemos dialogar y acogernos mutuamente integrando nuestras diferencias, si como Iglesia nos convertimos en un espacio acogedor y hospitalario para todos".
El Espíritu Santo "abre las fronteras también entre los pueblos", dijo el Papa, uniendo los corazones de las personas y haciéndonos " ver en el otro el rostro de un hermano, no son ocasión de división y de conflicto, sino un patrimonio común del que todos podemos beneficiarnos".
Recordando la homilía del Papa Francisco en Pentecostés de 2023, el Papa León lamentó la continua discordia y división en el mundo.
"De todo esto son una trágica señal las guerras que agitan nuestro planeta. Invoquemos el Espíritu de amor y de paz, para que abra las fronteras, abata los muros, disuelva el odio y nos ayude a vivir como hijos del único Padre que está en el cielo", dijo.
El Papa también rezó para que el don de la paz habite en los corazones de las personas, antes de recitar el Regina Caeli tras la Misa.
"Porque sólo un corazón pacífico puede difundir la paz en la familia, en la sociedad y en las relaciones internacionales", dijo. "Que el Espíritu de Cristo resucitado abra caminos de reconciliación allí donde hay guerra; que ilumine a los gobernantes y les dé el valor de hacer gestos de desescalada y de diálogo".
La Misa marcó la conclusión del Jubileo de los Movimientos, Asociaciones y Nuevas Comunidades. El Jubileo incluyó una vigilia de oración vespertina en la plaza el 7 de junio, liderada por el Santo Padre con contó con aproximadamente 70.000 participantes.
Antes de rezar el Regina Caeli el 8 de junio, el Papa agradeció a todos los representantes de asociaciones, movimientos y comunidades católicas laicas que participaron en el Jubileo, animándoles a "ponerse en camino" renovados con la fuerza del Espíritu Santo. "¡Vayan y lleven a todos la esperanza del Señor Jesús!".