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Creo que uno de los primeros beneficios del descanso eterno en el seno de Nuestro Señor para el papa Francisco será que ya no tendrá que ver a los medios de comunicación, redes sociales, y a todos los que tienen un micrófono y acceso a internet opinando sobre lo que sigue.

Sé exactamente lo que sucederá después. Habrá un funeral, y será solemne, espiritualmente edificante de ver y, con suerte, inspirador. Luego habrá una reunión del Colegio de Cardenales, ellos rezarán, algunos incluso harán campaña, pero al final, habrá un nuevo pontífice.

De lo otro que estoy tan seguro como del amanecer, es que seremos bombardeados por “expertos” que nos dirán qué es lo correcto, qué es lo incorrecto y cómo será el futuro cuando se anuncie oficialmente un nuevo papa. Todos estarán, en su mayoría, equivocados. Mi consejo es limitar su exposición a esto, ya que puede drenar cualquier energía espiritual que hayan ganado viendo el funeral y rezando por el alma del papa Francisco. Ya que estamos, recen por todos los papas que vinieron antes y por los que vendrán.

Cuando llegue el momento de que el Colegio de Cardenales se encierre en la Capilla Sixtina y se cierren las puertas, recordaré la vez que estuve en Roma y “hice” la Capilla Sixtina como todo turista obediente. Mi primera reacción fue que dolía. Realmente tienes que forzar el cuello para ver el techo de la capilla, y es abrumador. Hay tanto por ver que es difícil, al menos para mí, concentrarse en un solo detalle.

No soy historiador del arte, pero me habría beneficiado tomar una clase antes de visitar, para poder apreciarla más. Recientemente vi una charla TED de un historiador del arte sobre los paneles del techo de la Capilla Sixtina. Escuchar esa breve lección de arte de 17 minutos me hizo sentir de vuelta en clase, solo que esta vez sí estaba poniendo atención. Más allá de la belleza obvia, aprendí sobre muchos detalles históricos y artísticos sutiles, y entendí que debo volver a la Capilla Sixtina, ya que hay mucho que no vi.

El techo de la capilla y el fresco igualmente impactante detrás del altar cuentan la historia de la humanidad: desde la creación del mundo, hasta el momento en que entras, y luego el juicio final. En el medio, el plan de Dios se despliega con tantas referencias sutiles a la historia del arte y de la humanidad que es imposible empezar a describirlas. No le robaré el protagonismo al conferencista, pero vean ese video y asómbrense de lo que han estado perdiendo.

Y ahora, pronto tendremos otro papa. Será elegido por cardenales de todo el mundo reunidos en la Capilla Sixtina, con toda la genialidad de Miguel Ángel mirándolos desde arriba. En la infinita sabiduría de Dios, los expertos se quedarán afuera.

Cuando el humo blanco salga de la chimenea, que ha sido nuevamente instalada en la Capilla Sixtina, el próximo capítulo —como uno de los nueve paneles pintados en el techo— contará una historia nueva y antigua a la vez.

La Iglesia tendrá un nuevo vicario. Será lo que algunos esperan y para otros será una sorpresa. Será juzgado y prejuzgado por multitudes, pero al final será el papa. Será parte de la cadena ininterrumpida de 267 hombres que se remonta a San Pedro. Como el techo donde se elegirá al próximo papa, hay más de lo que salta a la vista si uno se detiene a mirar, y lo mismo será cierto para el pontificado que está por venir.

Así como la brillantez del arte de Miguel Ángel requiere esfuerzo de nuestra parte para comprenderla mejor, así sucede con nuestra fe y con el nuevo pontífice, sea quien sea. Que Dios conceda la paz eterna al papa Francisco y que el Espíritu Santo descienda desde ese techo en Roma y bendiga al próximo Vicario de Cristo.

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Robert Brennan