En la mañana del 16 de enero el Papa Francisco recibió a la comunidad del Colegio Sacerdotal Argentino en Roma, con quienes refleccionó sobre la identidad sacerdotal, luego de bromear que le hubiese gustado unirse a ellos para un tradicional asado (barbacoa) argentino.
El discurso estuvo centrado en la figura del santo Jose Gabriel del Rosario Brochero, a quien presentó como un modelo de vida sacerdotal. El Papa destacó tres pilares fundamentales en la vocación sacerdotal, según el ejemplo del Cura Brochero: la identidad sacerdotal, la fraternidad entre presbíteros y el amor por la Eucaristía.
La identidad sacerdotal: un llamado a la esencia de la vocación
El Papa subrayó que el sacerdocio no es un medio para alcanzar otros fines, ni siquiera la salvación personal, sino el proyecto de Dios para la vida de quien ha sido llamado. Recordó las palabras de los amigos de Brochero: “No debía ser sino sacerdote”, enfatizando que la vocación es un reflejo del amor de Dios hacia cada persona. “Es el amor que Él nos tiene y en este radica nuestra verdadera esencia”, afirmó Francisco.
Fraternidad sacerdotal: caminar juntos en la misión
Inspirado en Brochero, el Papa llamó a los sacerdotes a cultivar una relación cercana con su obispo y entre ellos mismos, viviendo la fraternidad como un testimonio de unidad en la misión. Francisco destacó la importancia de corregirse mutuamente con humildad, compartir la vida espiritual y material, y mantener una profunda vida de piedad. “La confesión frecuente —‘ya con el uno, ya con el otro’— no es solo un acto de humildad, sino también de comunión”, afirmó.

El beato argentino José Gabriel del Rosario Brochero, conocido como el "cura gaucho", es uno de los siete nuevos santos que serán declarados por el Papa Francisco en el Vaticano el 16 de octubre. Su tapiz se ve en la fachada de la Basílica de San Pedro en el Vaticano el 13 de octubre. (CNS photo/Paul Haring)
La Eucaristía: el corazón del ministerio sacerdotal
Francisco resaltó la centralidad de la Eucaristía en la vida y el ministerio de Brochero, narrando cómo el santo celebraba misa incluso en las condiciones más adversas. “Por ardua que fuera su tarea, buscó no dejar nunca la Eucaristía, respetando su misterio con gestos más elocuentes que mil palabras”, destacó.
El Papa concluyó su mensaje con una bendición y un pedido especial: “Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Y, ante el Señor en el altar, no se olviden de rezar por mí”.
Este mensaje, lleno de esperanza y sabiduría pastoral, resuena especialmente durante el Año Jubilar, invitando a los sacerdotes a vivir su vocación como una entrega total a Dios y al servicio de los demás, al estilo del cura Brochero, quien sigue inspirando a generaciones de sacerdotes argentinos y del mundo.
El Cura Gaucho
El padre Brocher nació en Córdoba, Argentina, en 1840, y fue sacerdote en el lo que hoy se conoce como el Valle de Traslasierra, por ese entonces una zona pobre de Argentina con unos 10,000 habitantes. Desde la localidad de Villa del Tránsito, asumió como propias las necesidades de la gente, liderando con el ejemplo en la construccion de iglesias y escuelas, así como abriendo caminos con sus manos entre las montañas. Era conocido, entre otras cosas, por recorrer la región a lomo de burro, de ahí que lo denominaran el cura gaucho. En su vejez el padre Brochero enfermó de lepra como resultado de convivir con enfermos que padecían esa enfermedad, compartiendo inclusive el mate con ellos. Por esa razón quedó sordo y ciego antes de morir, en 1914.
Si bien el proceso de canonización se inició en la década de 1960, el padre Brochero fue declarado venerable por el papa Juan Pablo II en 2004, y beatificado en la pequeña localidad cordobesa de Villa Cura Brochero el 14 de septiembre de 2013, durante el pontificado del papa Francisco. Fue canonizado el 16 de octubre de 2016, en una celebración presidida por el propio Francisco.