BOGOTÁ, Colombia -- En el marco del III Congreso de Doctrina Social de la Iglesia, celebrado del 21-23 de abril en la sede del CELAM en Bogotá, Colombia, fue recurrente un tema que, los participantes dijeron, toca directa o indirectamente a todos: la migración.
Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) "en 2020 había en el mundo aproximadamente 281 millones de migrantes internacionales, una cifra equivalente al 3.6% de la población mundial".
"¿Cómo podemos responder?" preguntó el cardenal Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano. Él puntualizó la necesidad de potenciar "la hospitalidad de nuestros pueblos" y facilitar la respuesta de familias, comunidades, parroquias y de casas religiosas para que "la gente que está huyendo de situaciones, totalmente imposibles, sean -- como dice el Papa Francisco -- acogidos, protegidos, promovidos e integrados".
Por su parte el cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo emérito de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, Honduras, afirmó que otro de los componentes del aumento de migraciones es la situación de pobreza. "No solamente porque no hay desarrollo, sino porque la violencia, especialmente la violencia del crimen organizado, ataca directamente a los pobres", dijo el prelado que insistió en la urgente necesidad de que los gobiernos hagan lo propio para evitar que la migración sea la única opción de los más vulnerados.
OSV News habló con Elvy Monzant, secretario ejecutivo de la Red CLAMOR. Él dijo que se tienen dos desafíos con respecto a la migración, el primero de ellos en la sociedad civil que es promover la cultura del encuentro.
"Cuando yo reconozco en el otro -- en el diferente, en el que es de otro color, que nació en otro lugar, que piensa diferente que yo, que tiene una religión diferente a la mía, que participa de otro partido político al mío -- cuando descubro la riqueza de la diferencia y en la diversidad logró construir unidad, luego construir fraternidad, es que vamos derribando esos muros que esta sociedad erige para separarnos y para dividirnos", puntualizó.
La Red Eclesial Latinoamericana y Caribeña de Migración, Refugio, Desplazamiento y Trata (Red CLAMOR), adscrita al CELAM, agrupa a más de 600 organizaciones de la Iglesia en el continente. Esta organización busca articular y potenciar las organizaciones que acogen, protegen, promueven e integran a los migrantes, desplazados, refugiados y víctimas de trata.
Monzant habló de la necesidad de que los estados superen "la política de seguridad nacional que entiende al migrante como un peligro por el que hay que construir muros". Él agregó que ciertos muros son peores que los muros tangibles, mencionando "solicitar visas que son imposibles de conseguir, asilos que nunca se cumplen", tratados internacionales no consideran la necesidad de protección internacional de refugio, "las deportaciones forzadas, la negación de la homologación de títulos -- profesionales -- ósea ese montón de políticas de estado que son muros más difíciles de derribar".
Monzant agregó que en el fondo se les tiene miedo a los pobres, porque el migrante que llega con capital y tiene buena posición económica es mejor recibido. "El migrante que molesta, el que no queremos recibir es al pobre y el que precisamente salió huyendo de su país de origen", afirmó.
"A nadie le gusta dejar su casa, dejar su cultura, ... sus vecinos para irse a aventurar, a dormir en una plaza, a recibir ofensas, a ser víctima de xenofobia, al trabajo esclavo, nadie opta por eso voluntariamente, como si fuera a hacer turismo", aseguró. "Son personas que fueron obligadas a salir de sus países por la pobreza, la violencia, las consecuencias del cambio climático, las catástrofes ambientales. Son gente que no tiene más remedio que meter sus sueños en una mochila y salir por las peligrosas rutas migratorias del continente en la búsqueda de una vida mejor".
Monzant recuerda que la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que el libre tránsito es un derecho, que emigrar no es un delito. "Los estados siguen tratando a los migrantes como delincuentes, los detienen, los meten en cárceles que disfrazan llamándoles estaciones o albergues, pero son cárceles donde se violan los derechos humanos".
Para Monzant es necesario que se entienda que "el migrante quiere trabajar y puede apalancar con su trabajo y con su sudor el desarrollo del país que lo acoge, y la riqueza que brota de ese mundo multicultural que nace de la migración".
El secretario ejecutivo de CLAMOR instó a "entender que la migración no es un tema secundario sino un tema que nos afecta a todos los países porque algunos son expulsores, otros son receptores, otros son países de tránsito; pero no hay un país en América Latina que no tenga que ver con la migración".
A finales del siglo 20, guerras civiles, crisis políticas y desastres naturales impulsaron migraciones de países como Colombia, El Salvador, Guatemala, Honduras, Haití, Nicaragua, y Perú, con migrantes yendo a países vecinos. Pero, según Migration Policy Institute, a principios de los 2010s, empezó una nueva era de migración con millones de Venezolanos y cientos de miles de migrantes de Centroamérica, Cuba y Haití desplazados por crisis políticas y económicas. “Casi todo país en las Américas vio un aumento de inmigrantes -- con excepción de los países en crisis,” dijo el instituto. Muchas veces los migrantes o buscadores de asilo necesitaban ayuda humanitaria y muchos de ellos eran menores solos.
En el caso de Venezuela, hasta mayo del 2022, cerca de 7 millones de venezolanos han tenido que dejar su país -- muchos van a otros países del continente, mayormente en Suramérica. Pero recientemente muchos venezolanos han buscado asilo en el norte, tratando de llegar a la frontera sur de Estados Unidos por rutas peligrosas como el Tapón de Darién.
Según el gobierno panameño, más de 87,000 inmigrantes (de diversos países) cruzaron el Darién en los tres primeros meses del año. Dos grupos de la ONU dijeron en abril que hasta 400,000 migrantes podrían cruzar la peligrosa región este año, un aumento colosal respecto a los 250,000 que la cruzaron en 2022. Estados Unidos es uno de los principales destinos.
Según Vatican News, a principios de este año, La Red CLAMOR "ha indicado que los niveles de migración forzada no cesan y las personas que se ven obligadas a desplazarse lo hacen en condiciones cada vez de mayor vulnerabilidad a lo que se añaden las disposiciones restrictivas" al asilo.
La red se refería en ese entonces al Título 42, es una parte de la ley federal de salud pública de Estados Unidos que otorga al gobierno federal cierta autoridad para implementar medidas de emergencia para prevenir la propagación de enfermedades contagiosas prohibiendo la entrada a algunas personas. Desde que el entonces presidente Donald Trump implementó la política en 2020, el Título 42 se ha invocado más de 2.7 millones de veces para expulsar a migrantes, incluidos los solicitantes de asilo, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos. El Título 42 finalizará el 11 de mayo. Nuevas restricciones de migración han sido anunciadas desde entonces.
Como fruto de este congreso en abril Monzant dijo que espera esclarecer "qué nuevas luces podemos encontrar en la reflexión y la meditación de los principios de la Doctrina Social de la Iglesia para poder con los migrantes construir un futuro mejor".
Él camino a seguir "no es para los migrantes sino con ellos", reconociéndolos como sujetos de derecho, "pero también como discípulos misioneros que tienen una experiencia de Dios".
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Marietha Góngora escribe para OSV News desde Bogotá, Colombia.