ROMA – Al finalizar su audiencia semanal de los miércoles, el Papa Francisco realizó un fuerte apelo por el Líbano, a un año de la explosión en el puerto de Beirut que causó la muerte 218 personas y dejó miles de heridos.

“Levo mis pensamientos a ese amado país, sobre todo a las víctimas, a sus familias, a los numerosos heridos y a cuantos han perdido la casa y el trabajo,” dijo Francisco el 8 de agosto. “Y son muchos los han perdido la ilusión de vivir.”

El pueblo libanés, dijo el Papa, está “cansado y decepcionado,” razón por la cual el pasado 1 julio, cuando hospedó a los líderes cristianos de este país en el Vaticano, estos invocaron “al Dios de la luz de la esperanza para superar esta dura crisis.”

“Hoy dirijo un apelo a la comunidad internacional, pidiéndole que ayude al Líbano a emprender un camino de resurrección, a través de gestos concretos, no sólo con palabras, sino con gestos concretos,” dijo. “En este sentido, espero que la conferencia, promovida por Francia y las Naciones Unidas, que se está ahora celebrando, sea fructífera.”

El papa se refiere a un esfuerzo conjunto de las Naciones Unidas y Francia para recaudar unos 350 millones de euros en una jornada para comenzar el proceso de reconstrucción del puerto de Beirut, que explotó el 4 de agosto de 2020, en medio de una crisis económica, política y social que el Líbano no ve desde el fin de la guerra civil, en 1990.

Antes de concluir su apelo en favor del Líbano, Francisco reiteró que tiene un gran deseo de visitar esta nación, y que no se cansa de “rezar por ustedes, pidiendo que Líbano vuelva a ser un mensaje de fraternidad, un mensaje de paz para todo Oriente Medio.”

En reiteradas oportunidades en los últimos doce meses el pontífice argentino apeló a la metáfora que San Juan Pablo II acuñó en 1997, durante una visita al Líbano: esta pequeña nación árabe, compuesta por un mosaico de 17 confesiones religiosas diferentes, es un "mensaje".

Según el sistema de división de poder en Líbano, el presidente debe ser maronita, el presidente del parlamento musulmán chiíta, mientras que el primer ministro debe ser suní. Los escaños del Parlamento y del Gabinete se reparten a partes iguales entre musulmanes y cristianos.

Desde la explosión en el puerto de Beirut, el país no tiene gobierno, por la incapacidad de los líderes de llegar a un acuerdo. Esto no sólo frena una posible visita del papa- aunque el “ministro de relaciones exteriores” del Vaticano, el arzobispo Paul Gallagher, dijo en junio que Francisco está dispuesto a viajar incluso si no hay gobierno- sino que también la ayuda internacional. Independientemente del éxito de la campaña lanzada por Francia y la ONU, muchos países, incluido Alemania, insisten en que la superación del estancamiento político es clave para que se den las reformas económicas que deben producirse para que lleguen ayudas e inversiones.

En su vuelo de regreso a Roma después de la visita a Iraq en marzo de este año, Francisco insistió con la metáfora de su predecesor: “el Líbano es un mensaje, el Líbano sufre, el Líbano es más que un equilibrio, tiene la debilidad de las diversidades, algunas todavía no reconciliadas, pero tiene la fortaleza del gran pueblo reconciliado, como la fortaleza de los cedros.”

El Líbano, insistió Francisco, está en una “crisis de vida.”

Aunque es fácil generalizar y hablar de una crisis en la región, este pequeño país de cuatro millones de habitantes es clave para, por ejemplo, la supervivencia de los más de dos millones de inmigrantes sirios y palestinos que llegaron en los últimos años huyendo de conflictos. Si Líbano decidiese expulsar a estos refugiados, la situación de Siria sería exponencialmente más dramática.

Casi la mitad de la población del Líbano es refugiada, con millones que, aun no siendo libaneses, se suman a las necesidades del país en términos económicos, sanitarios y educativos. A demás, el enorme flujo de refugiados también influye en el equilibrio religioso: un 90 porciento de ellos son musulmanes suníes.

En las palabras del patriarca maronita Bechara Rai, si este equilibrio se rompe, "todo el sistema libanés se truncará, porque se basa en el equilibrio entre cristianos y libaneses. Si se desequilibra, toda la estructura libanesa se derrumbará".

El patriarca, que tiene un rol clave entre las distintas facciones políticas como facilitador del diálogo, dijo que el hecho de que los cristianos del Líbano fueron capaces de construir un sistema único de convivencia con los musulmanes, “da mucho valor y esperanza a los cristianos de Oriente Medio en general. Por lo tanto, proteger a los cristianos del Líbano es, en última instancia, proteger al cristianismo en todo Oriente Medio."

Aunque gran parte del esfuerzo del Papa Francisco en Medio Oriente se traduzca en un llamado al diálogo interreligioso y el tender puentes entre los miembros de la familia humana, su objetivo no es el diálogo en sí mismo, sino que el reconocimiento del rol central que tienen los cristianos en la región por su aporte cultural, educativo, social y económico, además de histórico.

"La fraternidad es más duradera que el fratricidio, la esperanza es más poderosa que el odio, que la paz es más poderosa que la guerra", dijo el pontífice en la llanura de Nínive.

Gallagher, hablando en el vuelo papal de regreso a Roma después de la visita a Iraq, dijo que el papa esta determinado en intentar detener la “hemorragia de cristianos” de Medio Oriente.

"Eso es algo que el Papa está tratando de hacer, pero es muy difícil", dijo Gallagher cuando se le preguntó si creía que parte del sentido de urgencia de Francisco para ir a Irak a pesar de la pandemia del COVID-19 y las preocupaciones de seguridad era el riesgo de que el cristianismo desaparezca de Oriente Medio.

"La hemorragia de cristianos de Oriente Medio -Irak, Líbano, también Siria- es un reto importante para el futuro del cristianismo, y es un problema geopolítico, porque los cristianos siempre han estado allí, siempre han tenido un papel en medio de las otras comunidades más grandes y poderosas", dijo el arzobispo.

Teniendo en cuenta la dramática disminución de cristianos allí donde vivieron las primeras comunidades que siguieron a Cristo, mantener la paz en el Líbano no puede depender de un gesto aislado ni de un “manotazo de ahogado,” sino que requiere, como dijo el Papa Francisco, de la intervención y el interés de toda la comunidad internacional.

La "trágica disminución de los discípulos de Jesús aquí y en todo Oriente Medio", dijo Francisco durante su visita a la tierra del profeta Jonás, "hace un daño incalculable no sólo a las personas y comunidades afectadas, sino también a la sociedad que dejan atrás."