En un año en el que el Papa Francisco pidió a los católicos que se centraran en la importancia de la familia, declarando 2021 como el año de la familia Amoris Laetitia, y la paternidad, convocando a un año de especial reflexión en torno a la figura de San José, no es de sorprender que el 14 de mayo participe en un foro para reflexionar sobre el “invierno demográfico” en Italia y gran parte de occidente.

Los llamados Estados Generales de la Natalidad están convocados en Roma para la próxima semana, y se presentan como un ciclo de conferencias sobre la crisis de natalidad y el futuro demográfico del país europeo con una de las tasas de nacimientos más bajas.

"El próximo 14 de mayo, el Santo Padre Francisco abrirá los Estados Generales de la natalidad, iniciativa online organizada por el Foro de las Asociaciones Familiares. Después de su intervención, prevista a las 9,30, en el Auditorio de la Conciliación en Roma, regresará al Vaticano", fue la breve confirmación del director de la sala de prensa vaticana, el laico italiano Matteo Bruni.

La tasa de nacimientos en Italia ha caído en las últimas décadas, pero en 2020 alcanzó su punto más bajo desde que se declarara la unidad de Italia en 1861. Según las estadísticas nacionales, nacieron 404.104 bebés el año pasado, unos 16.000 menos que en 2019, y 157.000 menos que en 2010.

Según un comunicado del Foro de las Asociaciones Familiares, la iniciativa es promovida por su director, Gigi De Palo, y los “dramáticos efectos de la pandemia” convierten el tema en aún más urgente.

Entre los oradores programados para el evento, que podrá seguirse por internet, se encuentran la ministra italiana para la Familia, Elena Bonetti, el ministro de Educación, Patrizio Bianchi, y el presidente de la Región del Lacio, Nicola Zingaretti.

Los organizadores de los Estados Generales de la Natalidad recordaron en un comunicado que, desde hace más de una década, Italia sufre un envejecimiento de su población y denunciaron cómo las “carencias estructurales, legislativas, fiscales, económicas y sociales” acaban provocando una caída en el número de nacimientos.

El Papa Francisco se refirió en repetidas oportunidades a la baja tasa de natalidad en Italia. Por ejemplo, el domingo 7 de febrero, al concluir la oración del Ángelus en la plaza de San Pedro, lamentó que Italia afronte un “invierno demográfico” y deseó un pronto inicio de la “primavera” con el nacimiento de muchos bebés.

Pero sería un error pensar que el 14 de mayo, en un evento organizado por políticos y empresas públicas italianas, el papa estará pensando únicamente en lo que sucede en Italia: gran parte de Europa, como así América y Asia enfrentan un profundo invierno demográfico, y el impacto del mismo puede ser catastrófico.

En el 2019, durante una homilía improvisada en la misa que celebra todas las mañanas en Santa Marta, Francisco se refirió al tema diciendo: "Cuando un país envejece y no hay niños, no ves los cochecitos de los niños en las calles, no ves las mujeres embarazadas: 'Un niño, mejor no'”.

“Cuando lees que en ese país hay más jubilados que trabajadores, es trágico. Y cuántos países hoy comenzaron a vivir este invierno demográfico", dijo. "Y luego cuando descuidan a los viejos se pierde -digámoslo sin vergüenza- la tradición, la tradición que no es un museo de cosas viejas, es la garantía del futuro, es el jugo de las raíces que hace crecer el árbol y dar flores y frutos. Es una sociedad estéril para ambas partes y así termina mal".

Según las estadísticas del 2020, si la situación no se revierte, para 2100 la población en 23 países, incluidos España y Japón se reducirá a la mitad, e Italia pasará de tener 61 millones de habitantes a sólo 28. También se verá un dramático envejecimiento de la población: para finales del siglo, el número de nacidos será equivalente al de personas que alcanzan los 80 años.

La tasa de fertilidad -el número promedio de niños que da a luz una mujer- está cayendo, y para cuando llegue a 2,1, la población empieza a reducirse. Gran parte de Europa hoy está en 2.3, cuando en 1950 las mujeres tenían en promedio 4.7 hijos. Las proyecciones de la Universidad de Washington estiman que para 2100, la tasa de fertilidad estará por debajo de 1.7.

La decisión del papa de abrir el encuentro no sorprendió a muchos, a pesar de que muchos de los organizadores y sponsors del encuentro apoyan medidas abiertamente contrarias a las enseñanzas de la Iglesia Católica. Sin ir más lejos, promoviendo el aborto, una practica que por su naturaleza reduce la tasa de natalidad.

Sin embargo, la historia fue distinta cuando el Vaticano anunció el mes pasado que esta semana se llevará a cabo la V Conferencia Internacional, organizada por el Pontificio Consejo de la Cultura y varias fundaciones, destinada a fortalecer el diálogo entre ciencia y fe.

Muchos de los participantes- la lista incluye cardenales y monseñores, como así personalidades como Chelsea Clinton, hija del expresidente; el gurú de bienestar Deepak Chopra; y Anthony Fauci, asesor médico jefe del presidente de Estados Unidos. La larga lista de invitados, que incluye políticos, científicos y personalidades del deporte y del espectáculo, un importante número de los cuales está a favor del aborto, e incluso favorecen el control poblacional.

El objetivo de la conferencia es promover una cultura de colaboración fomentando un enfoque interdisciplinario para abordar los principales retos de la atención sanitaria en todo el mundo. Esto es coherente con la misión de los principales organizadores- la Fundación Cura y el Pontificio Consejo de la Cultura- de enriquecer la experiencia humana reuniendo a personas de diversos orígenes y religiones en defensa de los más vulnerables.

Es posible que en las dos conferencias los participantes expresen opiniones e ideas no alineadas con el Evangelio, e incluso abiertamente contrarias a lo que la Iglesia enseña. Pero son también oportunidades para que, justamente, la Iglesia explique el por qué de su pensamiento ante una audiencia acostumbrada a escuchar estos argumentos “de paso,” o expresados por terceros, como por ejemplo, los medios.

Las dos conferencias son importantes oportunidades de diálogo entre fe y razón, ciencia y religión. Y las dos tienen como objetivo el bien común: despertar al mundo del estupor producto de una cultura del descarte. 

La pregunta no es entonces, si las partes están de acuerdo en todo, sino más bien, en qué coinciden, para fomentar lo que Francisco define como un “ecumenismo de misión”, en el que la unidad es más importante que el conflicto.